Esta primavera nos ha traído el debate de la Primarias del PSOE. En él como todos sabemos los tres candidatos en liza. Esto de la primavera suena a renacimiento, renovación, restitución..., y bien podría ser la metáfora perfecta de ese proceso de ideas e ideología que podría ser la carrera a la secretaría general del socialismo español. Pero el debate que se ha producido recientemente entre Sánchez, Díaz y López no ha sido así. Por decirlo de una manera gráfica, los tres parecían los herederos mal avenidos de una empresa familiar. Después de tantos y tantos socialistas que durante la dictadura y después se dejaron el pellejo para no solo fundamentar el socialismo español y la democracia, sino para dejar ricos ideológicamente hablando a sus herederos políticos, estos tres, Araña, Pincha y Cortés, no se ponen de acuerdo ni en los más fundamental: qué es eso del socialismo español. Fue patético comprobar cómo sus mayores argumentos eran los que se referían a las personas y no a las políticas, en los tres candidatos. Por supuesto, lo de Pedro Sánchez con Rajoy ha de hacérselo mirar. Susana, tenía un claro objetivo por encima incluso de rescatar tímidamente el antiguo discurso del socialismo: señalar a Sánchez como el caballo de Troya de Podemos. Desde luego no va descaminada, pero lo que sí debiera de haber estado claro es que el debate iba dirigido a los socialistas y principalmente a los militantes. Patxi era el hermano mayor. Tenía esa pose de estar un poco por encima moralmente de los otros dos y empleaba un tono conciliador que poco dice de su proyecto y sí de su más que probable hastío de ese papel que él mismo se ha inventado de perdedor-salvador. El caso es que nada nuevo bajo el sol. La asignatura pendiente del socialismo español; su propia ideología viva y coleando y evolucionando ninguno de los tres la ha aprobado.

* Mediador y coach