Los jeques de Dubai quieren que el pueblo tenga un cuerpo 10. Ya tienen un país del diez a base de peteodólares, pero aún les queda multiplicar por cien la cifra para recuperar en aquellos lares el estatus mil, el de las mil y una noches; ahora van a por los cuerpos 10. La tontería la inventó aquí un ministro de Zapatero que se propuso, por ley, acabar con los cuerpos tubo y óvalo para proporcionarnos cuerpos trapezoidales, incluso legislaron tallas tubo, óvalo y diábolo; no les hicieron puñetero caso, y eso que un tonto hace ciento. Está visto que es cierto aquello de que los tontos son más peligrosos que los malvados porque nunca descansan. Hay cierta tendencia a gestionar la vida ajena en cuanto se llega al poder, es cosa humana. Con el pretexto de la salud, argumento que sólo esconde querer ahorrar en medicinas y hospitales, el arte de prohibir se sobrepone al arte culinario, obviando con ello el arte de la libertad. Hay que reconocer que en Dubai al menos son más imaginativos, al que pierda peso le dan su equivalente en oro, lo cual tampoco es demasiado sacrificio teniendo en cuenta que allí nadan en oro, sea negro o amarillo. Si un tal Joaquín A.G. de 46 años, que cayó muerto el otro día en Murcia en un campeonato de bebedores de cerveza, lo hubiera sabido antes, no se habría trasegado siete litros seguidos, se hubiera largado a Dubai y se habría dedicado a perder peso, algo mucho más rentable que ganarlo bebiendo alcohol. Menos es más, ya se sabe. Una vez más se certifica la estupidez del ser humano, el único ser con tendencia a la maldad y a la estulticia a partes iguales.