Hay dos tipos de daño. A saber, el reversible y el irreversible. Como también el daño puede producirse por error de acción u omisión. En el caso que nos ocupa los hay de todas las tipologías en sus distintas variaciones y combinaciones, pero todas bajo un mismo denominador común, el partidismo más acérrimo y salvaje que se haya conocido en la historia reciente de la democracia española. Bajo esta bandera pirata los españoles estamos sufriendo un daño. Pero no un daño referido a nuestros sentimientos como patriotas y demócratas de que la política no haya funcionado para poner de acuerdo a los partidos políticos después de unas segundas elecciones en torno al concepto de España.

Los españoles ya empezamos a tener los músculos de estos sentimientos abotargados. Lo que verdaderamente empezamos a temer los ciudadanos es el daño que esa falta de patriotismo en pos del partidismo se está haciendo a la recuperación económica y al Estado del Bienestar por el que los españoles ya hemos pagado demasiado peaje durante la crisis económica y después de ella. Y lo peor y casi lo imperdonable en que gran parte de ese daño comienza a ser irreparable.

La totalidad de los partidos políticos que juegan al partidismo en estos momentos cruciales no hablan de ese daño irreversible a los intereses patrios. Más bien se dedican a buscar relatos y argumentos que justifiquen su partidismo electoralista y salvaje falto de sacrificios en pos del bien común de los españoles. Las urnas en la segunda vuelta han castigado ese daño gratuito. Probablemente lo sigan castigando en una actualmente más que probable tercera vuelta. Pero para entonces será tarde para muchas de las cosas de comer de los españoles, porque como dice el castizo, el daño ya estará hecho.

La próxima vez que votemos no debemos tener el daño que nos merecemos.

* Mediador y coach