Hay normativas municipales que se han aplicado con cierta laxitud. Hoy día, por ejemplo, nadie se sorprende si la grúa se lleva un coche mal aparcado, pero hace unas décadas era normal que se hiciera la vista gorda. Eso ha pasado con las motocicletas, que ahora tienen zonas de estacionamiento específico y ya se van retirando de las aceras. Los veladores rara vez se han cuestionado, ni medido el espacio que ocupaban, pero es que antes casi nunca eran un problema. Ahora se han expandido de tal manera que es preciso vigilar para que se acate la normativa. Y si el Ayuntamiento recuerda que una ordenanza impide a las tiendas ocupar fachadas y vía pública con su mercancía, pues habrá que cumplirla. Y si esta situación de «contaminación visual» se produce con más intensidad en la Judería, pues los comerciantes deberán estudiar cómo presentar el género de la forma más atractiva sin invadir la calle. Las normas son para todos, y, con la mayor flexibilidad posible, deben acatarse y hacerse acatar.