Cuando estuve en Grecia hace poco más de dos semanas, escuché contar una leyenda en una de las tribunas donde la gente se expresa estos días en el país heleno, si no con la oratoria de un Demócrito en los tiempos de Pericles, al menos con la libertad que proporciona la verdadera democracia. Y cuenta una leyenda griega que existió en el Atica un bandido que daba posada a los viajeros y les ofrecía a tumbarse una cama de hierro y que, cuando estaban dormidos, los amordazaba y ataba a las cuatros esquinas. Si la víctima era de mayor tamaño que la cama, el sádico Procusto le serraba brazos y piernas; si era más grande, la descoyuntaba hasta estirarla. El cuerpo tenía que adaptarse a las medidas de la cama. El mítico Teseo, rey de Atenas, liberó a los atenienses de aquel castigo.

Procusto es la imagen del neoliberalismo. Es el hombre quien tiene que adaptarse al sistema capitalista, no a la inversa. Margaret Thacher, bajo cuyo mandato empezó todo el desbarajuste del sistema, gran devota de esta teología (Edmund Burke consideraba que las leyes del mercado eran "leyes de Dios"), lo expresó así: "La economía es el método. El objetivo es cambiar el alma", y proclamaba que "no hay otra salida". Las políticas públicas deben pues ceder al interés de los mercados y a los intereses de los mercaderes financieros, que son el fin en vez de un medio para satisfacer las necesidades humanas.

Y en esas estamos. Ahora, los mercaderes quieren meter a Grecia en la cama neoliberal y, como ya anda bastante encogida su economía por años de gobiernos neoliberales y corruptos, y como su deuda ha subido a cifras imposibles de pagar, pues la quieren descuartizar para que se ajuste a las medidas de sus intereses. Tales son, según Syriza, las medidas de ajuste que les quiere imponer la Troika, es decir, la institución representante del gran capital. (Nosotros llamamos a esto comulgar con ruedas de molino y algo sabemos del tema). Pero el gobierno de Syriza, que recibió el mandato de la mayoría del pueblo de renegociar la deuda con la UE y lleva meses en el empeño, considera que estas exigencias no se compadecen con lo que ellos prometieron al electorado y por lo que fueron votados. En consecuencia, las negociaciones se han roto y el Gobierno griego ha planteado el problema al Parlamento para que apruebe consultar al pueblo en referendum si quiere o no aceptar el documento con las condiciones que le imponen los acreedores para recibir un nuevo tramo de 1.500 millones de euros. Grecia ha pedido un mes de aplazamiento para que dé tiempo a consultar al pueblo, y se lo han denegado. El presidente Tsipras, muy elocuente, ha manifestado que ellos no aceptarán unas condiciones degradantes que sumirían a Grecia en un rescate sin fin y ha apelado al orgullo (el alma) que hizo grande en la historia a Grecia. Es así de sencillo. Se le llama integridad y democracia.

* Escritor