Las cifras divulgadas ayer por la oficina de estadística de la Unión Europea, Eurostat, ponen de relieve que la mayor parte de los países de la Unión están poniendo en orden sus cuentas públicas. En el caso de España, si se descuenta el coste extraordinario del rescate bancario, solo se ha superado el objetivo de déficit en una décima, 6,6% en lugar del 6,5% marcado. Incluyendo el rescate bancario, el 7,1%.

Son dos formas de calcular el desfase entre ingresos y gastos, aunque los expertos tienden a separar los gastos financieros del pago de deuda --los intereses-- para fijar lo que entendería como déficit primario.

Si a esto se suma el cambio de perspectivas para los próximos meses, tenemos que el panorama, desde el punto de vista de las cifras macroeconómicas, puede mejorar. Luis de Guindos, el titular de Economía, modificó ayer la previsión oficial de crecimiento del PIB para este año del 0,7% hasta el 1,5%, un porcentaje que podría ser similar en el 2015. Una tasa de esa índole tiene dos consecuencias claras. La primera es que, si se confirma la capacidad de generar empleo a partir del 1%, el país podría avanzar en materia de paro. Y la segunda que con esa tasa de crecimiento y la prima de riesgo en sus niveles actuales, el gasto en pago de intereses --se compute o no en el cálculo del déficit-- disminuiría sensiblemente. No es para echar las campanas al vuelo, pero sí para replantearse la rigidez y la austeridad de la política económica.