Cruz Roja desactivó a finales del 2015 su llamamiento especial anticrisis, esa alerta destinada a atender los casos de extrema vulnerabilidad que se multiplicaron exponencialmente durante los años más duros de la recesión. Sus responsables, que ayer difundieron el balance del ejercicio del 2016, han señalado que perciben un mejor comportamiento del mercado laboral y algunos aspectos positivos, pero, al mismo tiempo, subrayan que destinan el 60% de sus recursos a atender situaciones graves, e incluso desesperadas, de miles de familias. En concreto, a lo largo del año pasado la Cruz Roja atendió en Córdoba a 70.000 ciudadanos, y más de 34.000 familias recurrieron a su ayuda para afrontar necesidades tan cotidianas como los medicamentos, el pago de los recibos de la luz o el agua o la ayuda para escolarizar a sus hijos. Cruz Roja, como Cáritas y otras organizaciones solidarias, ha atendido y atiende parte de unas necesidades que las administraciones no alcanzan a cubrir, y de su actividad se infiere un profundo conocimiento de la calle, desde la pobreza hasta el sufrimiento de los desempleados, el apoyo a los sin techo o la acogida a inmigrantes. Y ese conocimiento permite saber que la crisis sigue aquí, en el día a día de los cordobeses, por mucho que la economía mejore. Su labor es encomiable, pero al tiempo supone una llamada de atención a las instituciones para que no olviden que queda mucho por reconstruir en nuestra herida sociedad.