La presentación de dos libros de las Crónicas de Córdoba y sus pueblos en el Palacio de la Merced vino a ratificar la existencia comprometida e investigadora de unas figuras poco conocidas pero vitales para la historia de nuestros pueblos, los cronistas. Hombres y mujeres con una sensibilidad y amor hacia la patria chica que se manifiesta en los desvelos por y para la historia de cada una de las villas y ciudades cordobesas. Los cronistas proceden de campos muy diferentes, desde el maestro, profesor, historiador, periodista, sacerdote, jurista, médico, en definitiva una persona vocacional que dedica su tiempo y profesionalidad a investigar la historia local, alzar la voz en la tropelía, dejar constancia del hecho, divulgar las excelencias de toda clase de esa localidad y no dejarse arrastrar por chovinismo alguno. La historia de cualquier pueblo está supeditada a la historia general de la provincia, de Andalucía y por supuesto de España. No somos fenómenos aislados pero si podemos reflejar episodios locales de un universo cultural que nos conecta como realidad cordobesa. Los libros que ven la luz se parieron en Castro del Río y Conquista, como antes otros nacieron al calor de las comunicaciones expuestas en otros puntos maravillosos de la geografía cordobesa. Cada comunicación se procura desde el rigor histórico junto a la fuerza pasional y emocional que cada cronista pone en ese amor al terruño. Al fin y al cabo, la iniciación a la historia posiblemente fue envuelta en el contexto de una admiración por el patrimonio histórico, por la vieja muralla, por una moneda romana que se encontró, por la lectura de un libro de bautismos en la parroquia, de un cronicón escrito por el viejo cura del pueblo, de cantes y bailes en paseos y alamedas, de ensoñaciones en montañas y campiñas, en valles y río... Viviendo la historia. Qué hermoso es escribir de historia.

* Cronista oficial de Palma del Río