En 1970 Francesco Tonucci, uno de los psicopedagogos más influyentes de las últimas décadas, realizó un dibujo en el que un niño va pintando líneas en la pared de una calle mientras imagina que sus dibujos son hermosos cuadros. Al final de la calle un adulto le grita; «¡Has pintarrajeado la pared!»; el niño, muy triste se pregunta abatido «¿Pintarrajeado?».

Tonucci ha analizado la ciudad desde la perspectiva de la infancia. Su proyecto, la Ciudad de los niños, se estudia en las facultades de Educación, Bellas Artes o Arquitectura en todo el mundo, y se aplica en numerosas intervenciones urbanas.

Hace unos días, en la Ronda de Isasa, decenas de niñas y niños pudieron jugar con la ciudad y el espacio fue recuperado por el arte. Sentada en el suelo una niña se esmeraba coloreando mientras otros dibujaban pequeños círculos. Marcaron con colores los desperdicios de los adultos y los bolardos que separan los coches de las bicicletas. Pero cuando el concejal del Ayuntamiento José María Bellido calificó de «impresentable» el estado en que había quedado la Ronda de Isasa, un entorno monumental tan importante, y de cuánto iba a costar borrar esas «manchas», solo puedo pensar en esos niños, y en cómo un representante público calificaba su acción sin el mínimo grado de consideración.

Los menores de 14 años representan en torno al 20% de la población de la ciudad. Tienen derecho a intervenir en ella desde su propia perspectiva y nosotros tenemos el deber de acompañar esos procesos creativos en busca de una ciudad más humana. Pero sobre todo, tenemos la obligación de respetar a la infancia, nos gusten o no los proyectos y su contexto. Espero que el Sr. Bellido, sea tan comprensivo con la infancia en futuras ocasiones, como lo es con la basura y cera que dejamos los adultos en ese mismo entorno con el trasladado de la carrera oficial. Y espero que sea más comprensivo pues, aunque parece que lo olvidó, una vez fue niño y es posible que alguna vez dibujara fuera del cuaderno.

Pero si se borran esas «manchas» no pasa nada, porque como dijo Joan Miró; «Si faltara el material para trabajar, ir a la playa y hacer grafismos sobre la arena con un bambú, dibujar meando en la tierra seca, dibujar en el espacio vacío el canto de los pájaros, el ruido del agua, del viento y de una rueda de carretilla y el canto de los insectos, el viento y el agua podrían llevarse todo eso; pero tened la convicción de que todas esas realizaciones puras de mi espíritu repercutirán por magia y por milagro en el espíritu de los hombres». Lo importante no es permanecer, lo vital es que nadie frene las ansias de creatividad de l@s niñ@s.