Hay cosas difíciles de entender como que el presidente de un banco cobre 5,16 millones de euros en 2013 --aunque sea en diferido-- y que las calles de Córdoba --Ciudad Jardín verbi gratia -- se "adornen" de excrementos de perro hasta lo imposible. Una persona puede hacerse rica porque le toque la lotería o porque haya heredado la fortuna de un tío sin descendencia. La tercera opción de cualquier pensamiento lógico es: o por robar, porque no cabe en la cabeza de nadie que los pelotazos y el enriquecimiento rápidos ocurran de manera inocente. Trabajando y siendo ahorrador hay gente que ha hecho cierta fortuna, pero de tamaño doméstico que conlleva, en muchos casos, privaciones elementales porque en el acumular y contar la riqueza llevan el disfrute. Pero son los menos. Los negocios también pueden llevar al enriquecimiento momentáneo, pero vendiendo lo que vale 5 a 5.000 y no repartiendo ganancias con el resto de componentes de la empresa: los trabajadores. Es difícil entender que en tiempos de crisis y necesidad, cuando la frutera de mi calle ha cerrado el negocio y su marido el bar que abrió por culpa del alto alquiler, leamos en los periódicos titulares como "el presidente del BBVA gana 5,16 millones de euros en 2013". Y no es ensañamiento pero debería estar prohibido acumular tal sueldo en momentos en los que España es un cartel de "se vende", "se alquila". No es moral ni ético que el dinero engendre tanto dinero por un trabajo que deberá ser remunerado, pero dentro de un orden, el que admite el sentido común. Hay cosas difíciles de entender, como que en una ciudad patrimonio de la humanidad, donde el turismo es la sangre que circula por sus venas, amanezca todos los días con sus calles manchadas con defecaciones de perros, como si la ciudadanía hubiese entrado en una estado de indigencia previa a una fase terminal. Están los dueños de los perros, que reciben en pago el cariño de los animales. Está la vecindad, que no debe silbar mirando hacia arriba ante la falta de urbanidad de quienes no han asumido todo el compromiso de tener una mascota. Y está la autoridad --se han presentado a unas elecciones-- para poner orden, concierto y buenos modales en la ciudad cuando alguien se los salta. Hay cosas difíciles de entender: como que un banquero gane en un año lo que muchas generaciones de familias en toda su vida; y que una ciudad de cuya belleza Antonio Gala --que nos enseñó del cariño a los perros a través de Troylo-- está enamorado amanezca con sus aceras infectadas de dejadez en forma de caca de perro.