Los datos del paro del inicio de este año no resultan especialmente optimistas, aunque tengan sus excepciones territoriales, como es el caso de la provincia de Córdoba, donde la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre refleja que a final de marzo había 2.600 parados menos y 10.100 ocupados más que un año antes. Es la mejor cifra desde el mismo periodo del año 2010, aunque resulta apabullante: 109.200 cordobeses declaran estar en situación de desempleo, un 28,82% de la población activa, que si bien es una tasa más baja, no da motivos de satisfacción. Si a ello se añade que los sindicatos consideran "ficticio" el recorte al poner el acento sobre la baja calidad de los puestos de trabajo, subrayan que el descenso está ligado a las campañas agrícolas y recalcan que seguimos pero que antes de la crisis, las alegrías son escasas.

Pero al menos hay un dato trimestral e interanual positivo, lo que no ocurre en el conjunto de España, donde el paro aumentó en el primer trimestre en 11.000 personas respecto del cuarto trimestre del 2015, aunque bajó un 12% en la comparativa interanual. Aun sin relación directa, parece que la incertidumbre política tras las elecciones del 20-D se ha reflejado en la atonía del mercado laboral. Es cierto que el primer trimestre no es el mejor momento para las cifras en España. Han concluido los contratos navideños y las referencias con el periodo anterior son peores. Pero tanto en el 2014 como el año pasado las cosas fueron mejor.

Nos hemos quedado estancados en los 4.790.000 parados y en una tasa del 21% de desocupados, tasa que alcanza el 29,7% en Andalucía. Hay varios signos de preocupación si observamos la tendencia y hacemos una proyección. Hemos pasado en el 2015 por el momento punta de la recuperación, con un crecimiento superior al 3% y entramos en una fase menos acelerada (2,7% para este año y 2,3% para el 2017) pero seguimos con el segundo índice más alto de paro de Europa. Es decir, nuestra economía es el peor ejemplo de ocupación incluso en la etapa en que encabezamos el crecimiento europeo. Somos líderes en paro (por detrás de Grecia), también lo somos en déficit público (5,1%) y nuestra deuda roza el 100% del PIB. No son buenos ingredientes para mirar al futuro si, además, el viento de cola de la economía internacional que nos empujaba sopla con menor fuerza y la política de expansión crediticia del BCE no reactiva la maquina productiva europea. No hay que olvidar tampoco que la población activa es algo superior a 22 millones de personas, un millón menos que al inicio de la legislatura del PP, lo que se traduce en jóvenes que han marchado en busca de trabajo, y parados que han renunciado a encontrarlo.

En definitiva, un panorama no tan bueno como el que presenta el PP sobre sus logros. Y, al final, una pregunta que no podemos dejar de hacernos: hemos aprobado dos reformas laborales cuyo objeto final no era facilitar el despido sino fomentar la creación de empleo. ¿De verdad han sido útiles para esto?