La cultura en una población también se mide por su nivel de contaminación acústica y sobre todo en las horas en que los que trabajan al día siguiente o buscan cada mañana trabajo, deberían tener la oportunidad de descansar, pero parece que hay otra parte de población que en llegando la madrugada del viernes da por finalizado su esfuerzo laboral y comienza la fiesta; recientemente la justificación ha sido la Cata o las Cruces, pero no hay que tener ninguna, pues en esos largos fines de semana algunos habitantes se entregan a elevar el grado alcohólico sin control manifestado en los cientos de personas que deambulan entre los enormes pub que distribuidos por el centro de la ciudad las acogen hasta prácticamente el amanecer, jaleándose mútuamente a voz en grito, conforme se adentra la madrugada y sobrepasado ya por el nivel alcohólico todo tipo de autocontrol, no son infrecuentes los insultos, amenazas, altercados incluso violentos y las consecuencias de los excesos, vomitonas y charcos de orina por todas partes, vasos de cristal rotos, suciedad, asco.

La autoridad, ausente. Solo si a algún vecino ya harto de no poder descansar, ante la evidencia de algún hecho violento entre grupos, se le ocurre llamar a la policía municipal, generalmente cuando el conflicto se ha resuelto por autodisolución, aparece ya sin posibilidad de actuar como se espera de ella. Pero es que es muy lucrativo para las arcas municipales, sean del color que sean, autorizar el establecimiento de esos locales donde el exceso es la norma, en el centro de esta ciudad, de la que a sus regidores se les llena la boca cuando hay primeras planas donde fotografiarse, hablando de crisol de cultura y paz. El aspecto de esas calles donde se produce ese alboroto nocturno y el olor que desprenden es nauseabundo y un negativo contrapunto que daña la imagen que se pretende dar de nuestra Córdoba, y es que ya aquellos entrañables personajes que las limpiaban baldeando y dejándolas impolutas, han desaparecido de nuestra ciudad. Así están los suelos, pues las barredoras mecánicas que con el dulce sonido de sus motores amenizan la última parte del descanso nocturno, no alcanzan a esos desechos que aparecen por las aceras.

Recientemente y como novedad positiva, he podido oír en la radio alguna aislada recomendación de iniciativa municipal sugiriendo la necesidad de respetar el descanso de los otros cuando algunos se divierten, pero sería de agradecer que nuestros ediles representados en la autoridad de la policia municipal, hicieran acto de presencia, simplemente in vigilando, como se dice ahora, lo que probablemente sería suficiente para reducir los excesos de todo tipo estimulados por el consumo de alcohol o drogas y hasta podrían contribuir a aumentar los ingresos municipales haciendo algún que otro control a los que en esas condiciones suben en sus vehículos, contribuyendo también a reducir la siniestralidad en las carreteras los fines de semana y a que la imagen de nuestra ciudad fuera engrandeciéndose por signos de cultura, como la limitación en el ruido ambiente y la limpieza. H

Andrés Cosano

Córdoba