Hay dos apóstoles que son especialmente conocidos. Eran hermanos: Juan el Evangelista, y Santiago el Mayor. Juan es muy conocido porque escribió el cuarto evangelio. Santiago es muy conocido porque es el patrón de España. Ambos hermanos debían ser bastante intolerantes en sus planteamientos. En cierta ocasión en que todo el grupo viajaba hacia Jerusalén, quisieron hacer escala y fonda en un pueblo samaritano. Pero los samaritanos no se llevaban bien con los judíos, y no quisieron alojarlos, porque iban a Jerusalén. Santiago y Juan lo consideraron como una afrenta personal, y reaccionaron en consecuencia: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» (Lc 9 14). Los judíos rezaban a Dios en el templo de Jerusalén, los samaritanos lo hacían en el templo de Garizim. Ambos rezaban al mismo Dios, pero cada uno lo hacía en lugar distinto, vinculando la presencia de Dios a la arquitectura de su respectivo templo.

El Monte Garizím está situado a unos 180 kilómetros al norte de Jerusalén, en la actual Cisjordania. Es una de las mayores elevaciones de la actual Cisjordania, alcanzando los 868 metros de altura sobre el nivel del mar.

Los apóstoles Juan y Santiago se sitúan en una perspectiva que se acerca a la que estamos viviendo con los ataques terroristas del yihadismo fomentados desde la religión islámica

Jesús adopta una actitud bien diferente. Con ocasión de otro desplazamiento que hizo a través de Samaría se hizo encontradizo junto a un pozo de agua con una mujer samaritana (Evangelio de Juan cap.4). Entabla conversación con ella y resuelve el dilema de la separación de templos diciendo a la mujer que el encuentro con Dios no está vinculado a la arquitectura de un templo o de otro, Dios es espíritu y se le da culto con espíritu y lealtad. Dios no está vinculado con los edificios, sino con los valores asumidos por la persona, cualquiera que sea la organización religiosa a la que pueda pertenecer.

Para Jesús lo importante no era estar o no estar integrado en un grupo determinado, sino perseguir los mismos objetivos del grupo o no. Si se tenían los mismos objetivos que otro grupo, aun no estando integrado en él, al final se encontrarían todos, aunque el camino hubiera sido distinto.

A veces me llama la atención el modo de proceder de los partidos políticos. Da la impresión, a quien observa el juego desde fuera que no están discutiendo la oportunidad o importunidad de una decisión a tomar, sino cuál es el partido que la toma. Les preocupa que otro partido se apunte un tanto a su favor. Y esto ocurre tanto a nivel de la política nacional como de la política municipal. Se piensa más en quién va a hacer las cosas, quién va a asumir el protagonismo, que en que las cosas se hagan.

Y esto que ocurre entre los partidos, también ocurre en la Iglesia Católica. Los valores y objetivos éticos propugnados por el cristianismo no son exclusivos del cristianismo, ni siquiera descubiertos por el cristianismo. Valores como la justicia, la generosidad, la lealtad, la entrega a los otros, el respeto por la vida humana, el cultivo de ideales superiores, el dominio de las propias pasiones, la misericordia y la paz; todos éstos valores que constituyen el contenido del mensaje de Jesús, no fueron formulados por primera vez por Jesús, sino que él optó por esos valores ya existentes, en lugar de por sus contrarios.

Hoy día en la sociedad hay personas que sin pertenecer a la Iglesia optan también por esos valores. Posiblemente se declaran ateos, agnósticos o anticlericales, pero su ética y su comportamiento social se ajusta a la misma jerarquía de valores que tiene el cristianismo, Digamos que no pertencen al grupo, pero tienen objetivos análogos.

A veces no se ve bien que los católicos colaboren con asociaciones que de católicas no tienen nada. No porque esté mal lo que hacen estas asociaciones, sino porque no se ve con buenos ojos apoyarlas. En estos casos se presta más atención a quien hace las cosas, que a las cosas que se hacen. Estimo que es un gran avance histórico que creyentes y no creyentes se sienten juntos para impulsar los valores de justicia y solidaridad.

* Profesor jesuita