Podríamos perdernos por el bucle sentimental de los regionalismos enfrentados y el resumen sería algo así: un cónsul catalán se mofa del acento andaluz, intentado caricaturizar a la presidenta Susana Díaz en Facebook. Escribo «intentado caricaturizar» porque es el contenido de las palabras y su realidad de actos, y no el acento o música verbal de cada territorio, lo que puede ser objeto de ataque cabal. Es decir: si me roban, o me asesinan, me da igual que lo hagan en catalán o en euskera. Enrique Sardà Valls, cónsul de España en Washington, escribió en su muro de Facebook: «Verano tórrido. Hay que ver qué ozadía y mar gusto de la Susi. Mira que ponerse iguá que Letizia. Como se ve ke no sabe na de protocolo ella tan der pueblo y de izquielda. Nos ha esho quedar fatá a los andaluse. Dimisión ya». En este parrafito se retrataba él solo. Alfonso Dastis, ministro de Asuntos Exteriores, ha acertado al destituirlo. Para Sarda, la decisión del ministro es «desproporcionada», y esgrime los argumentos habituales: «broma entre amigos» y «libertad de expresión». Sardà es tan poco original en sus justificaciones como en su ataque al acento de los andaluces. Pero insisto: esto es perderse en el bucle sentimental regionalista, un laberinto un pelín gilipollas que consiste en echarnos en cara, de manera cíclica, unos cansinos lugares comunes. Que sí, el andaluz tumbado a la bartola. Como el catalán agarrado o la bestia vasca. En serio, qué coñazo, porque todos somos, aquí y en Washington, un poco más complejos. No, en este caso tenemos un tipo que quizá ha sido buen diplomático, aunque ha arruinado su retirada. Porque, si eres cónsul, representas a tu país, y no puedes mofarte del habla de una parte de sus ciudadanos: ni en público, ni en privado, y mucho menos en una red social, que es gritarlo a los cuatro vientos. Dentro de unos meses, en una sonora soledad, en frío y de regreso, lamentará su torpeza, si es que todavía está a tiempo de aprender.

* Escritor