La semilla sembrada por las fuerzas de extrema derecha y populistas italianas mucho antes de ganar las recientes elecciones ya está dando sus frutos. La confiscación preventiva de la embarcación de la oenegé Proactiva Open Arms, retenida en un puerto siciliano después de su última operación con la que llevó a salvo a más de 200 náufragos, lo demuestra. Se le acusa de favorecer la inmigración clandestina y de asociación criminal. Políticos incendiarios como Matteo Salvini, líder de la Liga (antes Liga Norte), habían acusado a las oenegés que trabajan en el salvamento de refugiados en lo que ya se puede calificar de mare mortum, de connivencia con los traficantes. Y el remedio que proponía iba incluso más allá del secuestro de sus embarcaciones, pedía su hundimiento. Asociaba así con mala fe a las organizaciones de rescate con la delincuencia. Nadie quiere recordar que el Derecho del Mar impone la obligación a todo capitán de embarcación de prestar auxilio. Y nadie quiere mirar de frente a cuanto está ocurriendo en las costas y fronteras de la UE y buscar soluciones humanamente dignas. Por el contrario, los políticos europeos prefieren que terceros países les saquen las castañas del fuego, caso de Turquía, o de los corruptos guardacostas de la hundida Libia, que actúan en connivencia con las mafias. Así, Europa no va a ninguna parte, a no ser, a su derrumbe moral, político y también económico.