La Junta Local de Seguridad, que conforman el Ayuntamiento de Córdoba y la Subdelegación del Gobierno, junto a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, ha acordado implantar las medidas de seguridad del nivel de alerta terrorista 4 «reforzado» tras los atentados sufridos la semana pasada en Cataluña, y llevar a cabo encuentros con carácter permanente. Como dijo el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado, este nuevo escenario «ha venido para quedarse». El mensaje que desde el Ayuntamiento y la Subdelegación se ha lanzado a los cordobeses se puede resumir en: colaboración, calma y confianza en las medidas que se van a adoptar. En Interior no se tienen datos concretos de que Córdoba se encuentre en el foco de los terroristas, a pesar de la aparición en los últimos días del mensaje de un yihadista de raíces cordobesas, y, por tanto, nada debe alterar la tranquilidad en nuestro entorno. Pero el mayor éxito de todo operativo que se lleve a cabo está en un acertado plan de prevención para impedir que los asesinos puedan actuar.

La coordinación y el intercambio de información entre los cuerpos policiales ha sido uno de los elementos destacados de la situación de crisis derivada del atentado del jueves. Lo lógico y normal es que quienes, aun vistiendo distintos uniformes, tienen encomendada la protección de la seguridad de los ciudadanos colaboren en pro de ese objetivo común. Y así ha venido sucediendo siempre en Córdoba con éxito. En el terreno político hay que atajar también cualquier polémica. De momento, también hay concordancia entre las administraciones con respecto a las medidas de blindaje que se están llevando a cabo. La prudencia y el respeto a las decisiones de los expertos son más necesarios que nunca en estos momentos, en los que la prioridad es la seguridad en las calles.

Por otro lado, tanto la alcaldesa como el subdelegado del Gobierno han pedido a los cordobeses que eviten informarse en medios «no oficiales» para no dar cancha a los bulos y a las informaciones falsas. Que las redes sociales son un gran ágora pública de las que se hace un uso extremo, en lo bueno y en lo malo, es una evidencia palmaria que se ha manifestado con total rotundidad desde los atentados de la semana pasada. Las redes han servido tanto para que desde infinidad de cuentas personales se hayan despachado todo tipo de insinuaciones, noticias sin confirmar, bulos y opiniones variopintas, muchas de ellas bajo el signo del ajuste de cuentas o de otras motivaciones todavía más inquietantes, como la actitud más intolerante o incluso el racismo. Es en esta última situación cuando se revela necesaria la actuación de la justicia para evitar que se convierta en moneda corriente. No se trata, como dice el tópico, de poner vallas al vasto campo de las redes, sino de apelar a su uso responsable, y más en el contexto de unas circunstancias tan trágicas.