Más allá de las implicaciones estatales en relación a los acuerdos de París sobre el cambio climático y de las indecisiones políticas que interfieren, como es el caso de la Administración Trump, en los tratados donde se establecen los mínimos para luchar a favor del planeta, lo cierto es que buena parte de las acciones encaminadas a reducir la contaminación de CO2 que conduce al efecto invernáculo son iniciativas de los ayuntamientos y de las entidades locales. Conscientes del reto, y con la voluntad de transformar las ciudades en el afán de avanzar hacia un futuro de cero emisiones, las principales capitales del mundo han firmado en París una declaración de principios que se concreta en una transición hacia un entorno libre de combustibles fósiles. En España, junto con la capital francesa, las grandes ciudades ya llevan tiempo aplicando estrategias contra la contaminación ambiental que se concretan en más espacios para los ciudadanos, una organización más eficaz del transporte y una transformación del urbanismo con menor congestión de las calles. Entre otras promesas, las grandes ciudades se han comprometido a la adquisición de buses con cero emisiones en el 2025 y al aumento de usuarios del transporte público. Con el documento firmado por C40 Cities, las ciudades han de ser las auténticas protagonistas de la lucha contra el cambio climático. Con más competencias y más presupuesto.