En julio de 2006 nacía en Bellaterra (Barcelona) Ciudadanos, un partido político, con el único objetivo de anteponer la españolidad de los catalanes ante la deriva ultranacionalista que ya comenzaba a vivirse en el ámbito de Cataluña. Hasta esos años de principios del siglo XXI el nacionalismo catalán, pervivía plácidamente con su pacto de facto con las dos fuerzas políticas que se iban alternando en el panorama político de España; ya fuera PP o PSOE al ser los más votados, pero no disponer de mayoría absoluta por sí mismos, se apoyaban en los «nacionalistas de derechas» cercanos en gran medida a la ideología liberal-conservadora y a la social-liberal-felipista del PSOE. Si alguien que no conociera previa y absolutamente de nada de la ideología política de los populares y los socialistas, solo basándose en su nombre, apareciera de súbito en el panorama político español, se extrañaría de que se produjesen ese tipo de pactos durante décadas. Pero los hechos han ido dando la razón a los que cada vez ven menos diferencias entre uno y otro partido. El PSOE «atrapado» por la red que desde Europa han ido tejiendo en las últimas décadas los liberales y conservadores, prefirió gestionar el sistema, en vez de cambiar algo de manera importante. Si hay algo que define el por qué de esos acuerdos entre partidos teóricamente tan diversos, aunque no alejados entre sí, era la palabra «moderación». Todos harían ese esfuerzo, el de ser lo más moderados posibles desde su presunta ideología, para ser pragmáticos y anteponer lo que necesitaban cada uno de ellos, muchas veces hasta por encima de los intereses de la ciudadanía. Así se conformó el sistema parlamentario bicameral y bipartidista imperfecto, donde esas «imperfecciones» totalmente calculadas por los poderes reales durante la transición, consiguieron amortiguar los efectos de un nacionalismo radical y hasta contradictorio; pues convendrán conmigo, que a la CUP y como dijo Maragall, el partido del 3% les unía más bien poco que no fuera un pedazo de tela de colores. Lo mismo se podía decir de Batasuna (o sus diversos nombres) y el PNV. Claro que estos últimos escogieron la vía del «plan Ibarretxe» del que ya nadie se acuerda... Ni en Euskadi. Por otro lado estaban los partidos nacionales moderados o de gobierno y un espectro de una decena o más, de partidos de izquierdas, que juntos podrían haber conformado una entidad electoral importante, pero que disgregados eran cuasi extraparlamentarios --a excepción de un puñado de diputados e IU y poco más--.

Tras el primer intento seudo fallido (bueno, el segundo, el primero fue la «operación Roca») de una tránsfuga del PSOE como era Rosa Diez, que paradójicamente salio desde Euskadi enrollada en la bandera anti ETA, es con el partido Ciudadanos de un ex militante de Nuevas Generaciones, Albert Rivera, cuando varios años después de su nacimiento solo para el ámbito de Cataluña, los poderes fácticos se dan cuenta de que la hemorragia electoral que puede sufrir el PP por sus sangrantes recortes y su galopante corrupción, solo puede ser detenida y amortiguada por un partido y un líder joven, aunque con similar ideología a la de los paridos del bipartidismo. Esto no lo supieron ver en el PSOE que paradójicamente ha sido el partido que más fuerza perdía, y para colmo ¡estando en la oposición!. De anti-nacionalistas, C’s pasaron a ser «social demócratas» y de ahí recientemente ya son «Liberal Demócratas». Parece que no debe haber mucha diferencia, aunque un día se acostaran siendo centro izquierda y amanecieran centro derechistas. Pero su objetivo real no era el de ser alternativa a nada de lo que ya existía, sino de lavarle la cara a los dos partidos, para servir de bisagra de ambos y de paso, salvar el status quo y por ende el sistema capitalista. Así pactaron en comunidades como Andalucía con los socialistas, o con los populares en Madrid, y otras comunidades y ayuntamientos. En la mayoría de los casos pactos incumplidos. Como muestra, han vetado que se elabore una ley de autoconsumo eléctrico, han permitido al presidente de Murcia seguir casi un año más hasta que el juez lo procesó, no se han suprimido los indultos por corrupción política, han pospuesto para otra legislatura en Andalucía la ley del aforamiento..., etc, etc. Hay una noticia jocosa que circula por ahí, que dice «Ciudadanos romperá su pacto con el PP si les imputan a otros mil políticos más». El trabajo ya está casi hecho, Ciudadanos ha cumplido su parte del «trato», ahora sólo basta esperar a tiempos mejores, cuando este farragoso y cruel tiempo acabe y se les pueda «dar boleta» a estos chicos de C’s, eso sí, supongo que alguna recompensa recibirán por los servicios prestados, o quién sabe... si ya algunos recogieron el botín (mientras, siempre les quedará... Venezuela).

* Diplomado Ciencias del Trabajo