Tiene que buscar información sobre la dignidad. Es para un trabajo de Ciudadanía, me ha dicho. La RAE dice que dignidad es la calidad de digno, y que digno es aquel que es merecedor de algo. Lo malo es que también decimos que alguien se pone digno cuando demuestra altanería u orgullo. Hablamos un rato de la dignidad, de su acepción académica, llegando a la conclusión de que quizás en lo que deberíamos centrarnos es en lo que se entiende por dignidad humana, aquello que cualquier persona se merece o a lo que tiene derecho solo por serlo, es decir, por ser persona. Y, avanzando un poco más, caemos en la cuenta de que --grosso modo -- la dignidad puede ser resumida en lo que llamamos sencillamente derecho a ser respetado. Dignidad, respeto, una carga de profundidad de incalculable potencia de la que casi nadie parece darse cuenta, y de las que deberían ser conscientes, en primer lugar y ante todo, quienes acaban de emprender la carrera de una campaña electoral difícil. Ciudadanía. Dignidad. Y tengamos la valentía de ejemplificarla en la vida cotidiana dejándonos de parábolas y teorías. Señalemos con el índice y de frente la divulgación de comportamientos indeseables sin, quien teniendo potestad para ello, haga nada. Señalemos el comportamiento no deseable hacia el adversario de quienes ostentan la representatividad democrática. Señalemos la bochornosa manera de conducirse de la masa en espectáculos públicos o deportivos, con los niños de la mano, contra mujeres por el hecho de serlo. Cerramos el diccionario, desaparecen dignidad, ciudadanía, los focos iluminan el espectáculo.

* Profesor