El concepto de ciudadanía está claro: conjunto de derechos y deberes por los cuales el ciudadano o individuo está sujeto en su relación con la sociedad en la que vive. Cuando alguien vive en España, por ejemplo, no sólo tiene derechos, sino obligaciones. Esto bien lo saben y lo sabemos los que intentamos estar comprometidos con nuestro país y sociedad. En resumidas cuentas se trata de aquel concepto coloquial que todos en algún momento hemos pronunciado como un conjuro de que nuestra libertad termina donde comienza la de los demás. O si lo queremos reducir aún más, estamos hablando del respeto al prójimo que por cierto lleva implícito el respeto a uno mismo. Los hechos acaecidos en La Madrugá de Sevilla, dejan palmaria una circunstancia; algunas personas ya sean oriundas o no de nuestro país, presuntamente no han entendido el concepto de ciudadanía española. En las organizaciones sociales complejas se requiere que el concepto de ciudadanía forme parte integra de la persona. No basta con que a posteriori cuando un ciudadano haya transgredido la ley ésta caiga con todo su peso sobre sus hombros. La sociedad tiene que asegurarse de que el concepto de ciudadanía española sea asimilado por los ciudadanos, tantos los oriundos como los adoptivos. Los incidentes en la La Madrugá sevillana de 2017 con avalanchas, traslado de algún herido en camilla, nazarenos llorando desconsolados y escenas de policías tratando de tranquilizar a los más afectados; y de personas confortando a los afligidos, tienen un factor desencadenante: algunos, presuntamente, no han entendido lo que es ser ciudadano español. Que nadie nos venda otro debate. No estamos hablando de costumbres, religiones o gustos. Hablamos de libertad y respeto, dicho en dos palabras. Se echa en falta que algunos políticos relacionen estos dos conceptos con los lamentables sucesos de La Madrugá sevillana..

* Mediador y coach