Cisco García es un hombre que está por encima de las circunstancias. Eso parece la vida desde su biografía: una mera sustancia modelada en sus manos, por muy fuerte que le golpee, porque él es dueño de un estado de ánimo. Cisco García es abogado, rider, aventurero y tenista: ya es sexto de España en el Ranking ITF y ochenta del mundo en el circuito de tenis en silla. O sea, que tenemos en Córdoba un Rafa Nadal del tenis en silla de ruedas, con una simpatía como bandera atlética contra la adversidad y una fortaleza del espíritu que ya lo ha convertido no solo en un amigo en la distancia para quien sabe de él, sino en un símbolo de lo que un hombre puede hacer cuando se lo propone sin perder la sonrisa. Estos días ha sido noticia no por sus brillantes logros deportivos, sino porque entre las nefastas Ryanair y AENA, la operadora de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, lo dejaron en Barajas cuando se disponía a viajar a Vilnius, Lituania, para disputar un torneo de tenis adaptado. Como contó en las redes, al comprar el billete ya anunció que necesitaría asistencia. Llegó al aeropuerto y volvió a informar de sus necesidades en un punto de movilidad reducida de AENA. En la puerta de embarque, vio despegar al avión sin su entrenador y sin él: nadie de AENA se presentó a echar una mano. Cisco argumentó que no la necesitaba, que él llegaba solo a su asiento con la ayuda de su entrenador o arrastrándose si hacía falta: lo ha hecho más veces. Solo necesitaba que bajaran su silla de ruedas a la bodega del avión. La gentuza de Ryanair respondió que no tenían personal para eso, aunque sí lo tuvieron para ir a por sus maletas, sacarlas y dejarlos en tierra. Hace bien el diputado de Ciudadanos Córdoba, Marcial Gómez, en exigir responsabilidades a Fomento. No se debe permitir operar en España a aerolíneas discriminatorias. Pero Cisco García ya está en otra cosa: en su preparación para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, pelear, sonreír y vivir.

* Escritor