Cuando decidió amar, empezó primero amándose a sí mismo. Entendiendo que ese amor primero hacia su persona le pondría en conexión con el amor a los demás. Todo en esta vida parece estar conectado. Una enfermedad, por ejemplo, se desarrolla más rápido si en nuestra vida hay más conexiones con lo tóxico. Si encuentro buenas o sanas conexiones en mi vida, más rápido estaré conectado con el universo que me rodea y con sus circunstancias. Entendiendo que las circunstancias de cada uno son individuales o comunes, según la perspectiva con la que se mire. Pero partiendo del caso de la individualidad de esa circunstancia vital, con el compromiso momentáneo hacia ella, esa circunstancia se consigue avanzar hacia una siguiente etapa. Siguiente etapa de plenitud o mejoría. Pues el avanzar como humanos, lo llevamos en nuestros genes. Y salvando o aceptando esa circunstancia, es cuando conseguimos ese avance en nuestras vidas. Luchar contra el pasado carece de sentido. Sin embargo, su aceptación, que no resignación, de la enseñanza de ese momento pasado vivido, nos ayuda a conectar con nuestro momento actual. España parece casi siempre vivir en esos aromas del pasado. Y una sociedad no consigue avanzar en pro de su ciudadanía si no es con el perdón de lo antes malamente vivido, y con el compromiso de ver en esos errores del pasado una lección a corregir. Y que conste que no todo pasado implica fracaso o pérdida. Que todas aquellas luchas de nuestros antepasados, también tuvieron su éxito. Y sería una pena que por la absoluta individualidad del pueblo de España, esta se dividiera. Pues ni la España que vive siempre en el pasado, ni la España que quiere dividirse, lograrán salir victoriosas. Que la conexión sea, pues, más fuerte que el odio y la división.