Sorprende que, tras largos años de uso obligatorio, todavía el 10% de las personas que viajan en los asientos delanteros de los vehículos y el 20% de las que lo hacen en los traseros no lleven abrochado el cinturón de seguridad. Los incumplimientos, además, van asociados a la «confianza» del usuario. Así, el cinturón se usa más en las autovías que en carreteras convencionales y vías urbanas, y, en estas últimas, es más frecuente en las grandes ciudades que en los pequeños municipios. La Dirección General de Tráfico calcula que en Córdoba utiliza el cinturón de seguridad el 84% de los conductores y pasajeros, mientras en municipios de menos de 60.000 habitantes --el resto de la provincia-- la tasa de uso oscila entre el 70 y el 80%. ¿Descuido?, ¿comodidad mal entendida?, ¿actitud de rechazo o desafío? Las razones por las que un gesto tan sencillo como ponerse el cinturón de seguridad todavía no es secundado por parte de la población no están claras, pero al menos sí está clara la sensibilidad de los conductores al castigo económico que suponen las multas. Estos días, la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil lleva a cabo una campaña de concienciación sobre el uso del cinturón y de los sistemas de retención infantil, con 7.000 controles en la provincia. Sabiendo que 4 de los 9 fallecidos el año pasado en las carreteras cordobesas iba sin cinturón, damos la bienvenida a esta campaña, que esperamos sea persuasiva.