Si yo le digo a usted vámonos al centro, lo primero que piensa es en Tendillas, Cruz Conde, Ronda Tejares, Gondomar y poco más. Esto viene siendo así desde casi cuando pusieron la estatua ecuestre del Gran Capitán en la plaza de las Tendillas, si no más. Esta circunstancia desde el punto de vista del comercio significa que la estrategia empresarial de cualquier iniciativa que quiera establecerse en el cogollo comercial de Córdoba parte por establecerse en el sota, caballo y rey de las calles citadas. Este diario lo reflejaba en un reciente reportaje: el centro comercial cordobés no termina de despegar. El análisis de los distintos actores que conforman el sector comercial achacan como factores determinantes el efecto de la peatonalización de la calle Cruz Conde y el alza del precios de los alquileres de los inmuebles, cuyos propietarios parece ser que no son mucho más de una decena. Por supuesto no le falta razón a los que apuntan a estos dos factores principales que constriñen a nuestro comercio del centro. Pero lo que si debemos tener claro es que los niveles de responsabilidad, o si se quiere de culpabilidad son distintos. La peatonalización completa de Cruz Conde ha sido otra política miope de nuestros políticos que no han sabido no solo prever sus consecuencias, sino no involucrar positivamente a los afectados, entre ellos los comerciantes. Y luego están estos diez o doce «sin piedad» que parece ser que se ponen de acuerdo para no bajar los precios de los alquileres. Está claro que en una sociedad de libre mercado pueden hacerlo y están en su derecho más que pese, pero la culpa nos es de ellos. Volvemos a nuestros políticos. El centro comercial que debiera tener Córdoba fue estrangulado por el plan urbanístico de lo que debería haber sido la ampliación del centro: el Vial Norte. Esto ha condenado a la endogamia al centro comercial de Córdoba.

* Mediador y coach