Como estaba previsto, la moción de censura presentada contra el Gobierno de Mariano Rajoy por Unidos Podemos solo cosechó los votos de esta formación más los de Compromís, ERC y EH Bildu (82 a favor frente a 170 en contra y 97 abstenciones). La segunda sesión del debate empezó y terminó con dos broncos enfrentamientos, el último protagonizado por el portavoz del PP, Rafael Hernando. Nadie como él es capaz de ensuciar un debate, y lo hizo de tal manera que Pablo Iglesias renunció a contestarle. La sesión se inició con un agrio debate entre Iglesias y Albert Rivera, trufado de discrepancias políticas e ideológicas y de descalificaciones personales. Se cruzaron acusaciones de vago, ignorante, cínico, mentiroso o insolvente intelectual. Rivera reprochó a Iglesias tener ideas «obsoletas», como la de «expropiar» empresas, y aliarse con los independentistas para «demoler España», mientras que el líder de Podemos calificó a Ciudadanos de «bastón del partido más corrupto de Europa» y de venderse para tener poder. Más allá del rifirrafe parlamentario, la trascendencia del enfrentamiento radica en que incapacita a ambos para futuros pactos, necesarios si se quieren abolir las leyes de la mayoría absoluta del PP.

Aunque Rivera tendió la mano para pactar reformas como la de la ley electoral, la supresión de aforamientos o la de la fiscalía, no parece que C’s y Podemos puedan colaborar en nada. Donde sí es posible la colaboración es entre Podemos y el «nuevo PSOE», como lo definió su portavoz debutante, José Luis Ábalos. Esta cooperación, sin embargo, se limitará probablemente a reformas legislativas, porque no parece que el PSOE esté dispuesto a encabezar otra moción de censura en septiembre, como propuso Iglesias. El tono entre Ábalos e Iglesias distó mucho del de anteriores debates, aunque el portavoz socialista desmontó la intencionalidad de la moción de censura al revelar un argumentario de Podemos en el que se confesaba que el objetivo no era tanto «echar al PP» como encabezar la ola de indignación contra el Gobierno. Ábalos destacó que Rajoy era «censurable», pero que la candidatura de Iglesias era «inviable», y tampoco en el tema catalán se acercaron. Rajoy puede respirar tranquilo.