El proyecto de Centro de Exposiciones, Ferias y Convenciones (CEFC) de Córdoba, que el Ayuntamiento presentó el pasado lunes en acto público, reviste, a tenor de los datos ofrecidos, suficiente solvencia y viabilidad como para merecer el apoyo de la sociedad cordobesa.

El alcalde, José Antonio Nieto, lo definió como un proyecto "a la altura de Córdoba y de sus necesidades", y desligado conceptual y funcionalmente del frustrado Palacio del Sur diseñado por el arquitecto Rem Koolhaas para Miraflores, que en las circunstancias actuales resultaría difícilmente justificable e inasumible desde el punto de vista financiero, en opinión de Nieto. Ciertamente, el tiempo y las circunstancias --léase la actual situación económica del país-- han venido a sumar sus razones a este proyecto municipal, cuyo mérito y entidad desde el punto de vista arquitectónico y funcional supera además la previsible frustración que podría generar un simple lavado de cara, versión chapuza, del actual pabellón. Desligado del anterior proyecto, y asociado más directamente a la finalidad de recinto ferial de convenciones, la dimensión financiera y sus posibilidades de ejecución subrayan su encaje en el momento y estado actual de las necesidades de Córdoba, gracias también a la mejora de la oferta congresual que la propia Junta de Andalucía está realizando en el Palacio de la calle Torrijos.

El caso es que hoy casi nadie comprendería que Córdoba se lanzara en estos momentos a una inversión de más de 80 millones de euros para ese equipamiento. Así, aunque las críticas de la oposición son legítimas y en algún aspecto muy fundamentadas, lo cierto es que Córdoba no está para más vaivenes ni para volver de nuevo al punto de partida. Sea o no un proyecto "electoralista", el interés colectivo está ahora en sacarlo adelante. En cuanto a Miraflores, lo ocurrido plantea al gobierno municipal del PP el reto de dar una respuesta alternativa para esa zona de la capital.

El nuevo proyecto, diseño de los arquitectos Fernando Suárez y Javier Terrado, prevé la remodelación completa del edificio y su adaptación a todo tipo de eventos. Así, se concibe como un gran espacio útil que, mediante un sistema de divisiones móviles, se transforma, según sea necesario, en salas de conferencias, auditorios y sala deportiva, entre otros, con una capacidad máxima de 2.400 asistentes. El CEFC responde a la lógica del momento: la inversión no llegará a 20 millones (incluyendo 3 que aportará Surgenia, centro tecnológico andaluz del diseño participado por la Junta, que convivirá en el edificio) y cuenta con el respaldo inversor del Gobierno central, el Ayuntamiento y la Diputación. Aunque todavía es una maqueta --y Córdoba está muy escarmentada en este sentido-- todo apunta a que se trata de un equipamiento factible y de un proyecto solvente, que, además, arrastra otros compromisos que beneficiarían a la movilidad, como el del metrotrén y el refuerzo de las conexiones viales.