La movilización histórica de ayer, en el Día de la Mujer, fue, sin duda, por una causa justa. Los analistas señalan que la desigualdad entre hombres y mujeres funciona por cuatro resortes: segregación laboral, brecha salarial, bloqueo de oportunidades de ascenso y obligación de asumir la carga familiar. Luego, como es lógico, opiniones para todos los gustos, y comportamientos para las mil decisiones personales. La meta es clara: Lograr la igualdad real de la mujer. Las sufragistas del XIX lucharon por el voto; las feministas del siglo XX por la igualdad legal, ahora se reclama la igualdad de trato y oportunidades. Y se ofrecen datos estadísticos: «Apenas hay un 4% de directivas en las 500 principales empresas del mundo; hay más mujeres periodistas que hombres y, sin embargo, los jefes son varones, las directivas son de señores. Hay un límite de ascenso laboral para la mujer, entre otras cosas, porque ser madre constituye un obstáculo para trabajar; porque las empresas y el Estado no asumen la relación económica en la tarea de tener hijos y educarlos». Son palabras de Cristina López Schlichting, manteniendo su convicción de que la mujer no tiene aún las mismas oportunidades que el hombre. Como es lógico en una huelga general, las voces, las reivindicaciones y las proclamas serán, a veces, extremas, pero lo que está claro es que hay en la sociedad una renovada conciencia a favor de la igualdad en derechos y deberes, un movimiento que se puede calificar de esperanzador, sin que ello implique transigir con las reivindicaciones de algunos sectores, básicamente el aborto o incluso cierta sospecha sobre el hombre. Ha sido significativa la alusión del arzobispo de Madrid a la Virgen como modelo de mujer. La invocación a la Madre de Dios conecta con el mensaje liberador del evangelio y con la tradición de la Iglesia, que rompe con la sociedad patriarcal del paterfamilias romano y muestra un nuevo modelo igualitario de relación entre cónyuges, ambos llamados al servicio. En su dimensión pública, María es, para el Papa, «un referente de mujer luchadora que, con su predilección por los más débiles», es icono de esa Iglesia pobre y para los pobres que él propugna.

* Sacerdote y periodista