Desde el punto de vista canónico, este libro no debiera tener epílogo o conclusión. Dado, documentalmente, lo infirme y frágil de su texto --simples y volanderos artículos de prensa-- ninguna de las viejas preceptivas, siempre sensatas y perspicaces, aconsejarían ponerle término con tan noble figura del género bibliográfico.

Sin embargo, la tensión emocional que reina, en el estío de 2015 --fecha en que se termina la recopilación de su contenido--, en los hombres y mujeres de la generación de la consolidación del franquismo, allá por los comedios de los años 50 de la centuria pasada, determina que el autor rompa unas reglas literarias por él sacralizadas para descubrir su estupefacción ante la marcha de unos acontecimientos que dentro de pocas horas desembocarán ineluctablemente en un drama para su entrañado país.

En vísperas de la mayor tragedia acontecida en la edad contemporánea de nuestra nación, la recia al par que tremente pluma del vasco y español eterno que fuera D. Miguel de Unamuno no se cansaba de repetir la exclamación "Estupidez, estupidez, estupidez", ante el curso de unos sucesos en inminente despeñadero para conducir a su patria al abismo insondable de la guerra civil. Hoy carecemos de pensadores de su estatura, de personalidades eminentes por su clarividencia y autoridad intelectual; en lo cual, probablemente estribe una de las causas más relevantes de la descarnada y amedrentadora situación actual. Empero, en el quindecenio o veintenio anterior, cuando justamente se gestaban las últimas causas del divorcio que hodierno separa a Catalunya del resto de España, se oyeron altas y elocuentes voces que alertaron sobre la incoercible deriva que, en caso de no conocer ningún y fuerte golpe de timón, abocaría a la tesitura en que nos hallamos al iniciarse el crucial otoño de 2015. Entre ellas, el cronista quisiera singularmente recordar dos. Una ya tristemente desaparecida para siempre, la del barcelonés Xavier Tusell Gómez, y otra, por ventura, todavía clemente en el desierto de incuria y tabidez que ofrece la España del presente, la del madrileño Ignacio Sotelo, ambos ubicados en el mismo paralelo de la denuncia y descripción de los rumbos que condujeron, con sus pasos contados, a la pesarosa coyuntura en que uno de los más viejos Estados de Occidente, con infinitas y multiseculares reservas de convivencia, entendimiento y sabiduría dialogantes, afronta a la fecha con muy pocas esperanzas de un final pasablemente feliz --no existen otros en la Historia.

Especialmente lúcido fue el segundo de los mencionados en textos recogidos en un libro de obligada consulta cuando el mundo y España afrontan los meses postreros del calendario zozobrante como pocos del año de desgracia de 2015: El desplome de la izquierda. Modalidades españolas del fin de una época . (Madrid, 2014). Su fruitiva lectura aleja del autor que suscribe la tentación de cualquier atisbo o patencia de originalidad en la intitulación de su modesto libro. En ningún momento del ayer español, y menos aún, en el más próximo, Catalunya fue la comunidad amada por excelencia para la mayor parte de los habitantes --pueblo y élite-- de las restantes de una nación-estado invariable e indeficientemente comprendida y defendida desde la pluralidad más rica, estimulante y armoniosa.

() Epílogo a la obra del autor Amada Catalunya , a publicarse por la editorial Iustel en la 2 semana del próximo octubre.

* Catedrático