¿Por qué algunos catalanes no consideran a Cataluña como una sociedad con pasado español y con un futuro también español?

Muchos de los independentistas vislumbran el idioma español como amenaza cuando deberían celebrar el bilingüismo como algo beneficioso y deberían abrazar esta dualidad como oportunidad. No necesitan los catalanes definirse por ser el reducto del catalán para manifestar su identidad. Cataluña es plural y no podrá dejar de tener una dimensión española. Esto no significa que ciertos catalanes no quieran atesorar sus queridas memorias colectivas como se recuerdan también en otras regiones, mantener su derecho civil, usar su lengua vernácula, alegrarse con sus airosos bailes al igual que los andaluces danzamos sevillanas y verdiales .

¿Será capaz el pueblo catalán, tras la deseada independencia de algunos, de mantener un sistema de gobierno laico y su religiosidad como sucede en Andalucía con su Semana Santa, Rocío y romerías marianas?

Los andaluces sabemos que en este mundo cada vez más secularizado las personas religiosas son aliados naturales para conservar nuestro equilibrio tradicional. La fe de los andaluces goza de amplia libertad sea cual sea su credo lo que se revela en el pluralismo testimonial de hermandades y cofradías.

¿Y en Cataluña, si se independizara, habría pluralismo religioso o un laicismo anticatólico? ¿Qué va a preceder en Cataluña? ¿La política a la religión o la política contra la religión?

Los independentistas catalanes creen que la cultura es autónoma sin depender de restricciones naturales; que ella genera su propio cambio. Piensan que su cultura será la responsable de la configuración de Cataluña como Estado-acción pero no deberían olvidar que cultura y entorno se compenetran y afectan mutuamente y no se puede analizar por separado. En Cataluña hay tanta diferencia entre el Rosellón y el Bajo Ebro como aquí entre el Valle de Pedroches y el del Guadalquivir.

La cultura no es un edificio que queda inamovible cuando se termina su construcción sino que cambia continuamente, lo que prueban quienes se dedican a vender bienes y servicios. La movilidad hace que cada uno de nosotros al cambiar de lugar de vida o de trabajo termine perteneciendo a más de una cultura. Se es leal a más de una tradición sin necesidad de sacrificar lealtades ni amores. En Cataluña hay catalanes, hijos de andaluces, leales a las costumbres de los pueblos de sus antecesores y a las de la región de acogida. Los miedos y las fobias de los independentistas no se pueden disipar tras demostrar la falsedad de sus argumentos. Es falso que el Estado Catalán que pretenden se fundamente en la uniformidad lingüística porque es una creencia desafortunada. Justamente, los Estados que prosperen en el futuro deberán tener más de un idioma, porque la cultura no tiene características esenciales e inalienables ni está amenazada por residentes con legados diferentes como son los de andaluces, gallegos, extremeños o murcianos. Deberían saber los independentistas que las lealtades son volátiles y, sobre todo, imprevisibles. Por eso quieren recuperar antiguos territorios y gobernar en Perpignan después de un milenio siendo francés.

La identidad de un andaluz es como un pastel de varias capas, propias y adoptadas, siendo fiel a todas ellas. El andaluz se siente como tal, además de español, europeo, francés si lo es su madre, vasco si trabaja en Bilbao. La identidad de un andaluz no le incapacita para adquirir un compromiso con Badalona si trabaja en esta ciudad, porque su identidad se va construyendo poco a poco de las comunidades que en la vida le rodean. ¿Por qué la identidad de ser catalán no se puede compartir con la de español y andaluz si vive en Sevilla o trabaja en Córdoba?

El independentismo catalán no quiere que los hijos de los españoles que emigraron a Cataluña sean poseedores de dos culturas, la que sus padres procedentes del resto de España, les han legado y la que han adquirido viviendo en Cataluña. Desean que no puedan hablar español para así aumentar la distancia entre las generaciones de aquellos inmigrantes e incluso que se avergüence de sus orígenes.

Arturo en Griego significa oso. Posiblemente sea en las oseras en las que quiere Mas introducir a sus demenciales seguidores del independentismo, sin tener en cuenta que hoy, con la globalización, hay que cobijarse bajo el paraguas del multiculturalismo y no quedarse encerrado como un oso, pues, si eso es lo que pretende, perderá el tren de la pluralidad cultural y de la modernidad.

Según las estadísticas, desde la utópica independencia que Arturo desea, más de dos mil empresas catalanas han salido ya de esa región. Que siga por ese camino y no sólo perderá el tren de la modernidad sino gran parte del tejido industrial catalán.

* Grupo de opinión