No, no estoy haciendo una antítesis, ni un juego de palabras, simplemente estoy exponiendo el hecho de aquellos que, hasta hace pocos días hablaban peyorativamente, con desprecio, y, seguramente hasta con rencor de lo que ellos denominaban la casta política.

La palabra casta, posiblemente muchos de los que así se expresaban lo desconozcan, proviene del gótico kastán. Hoy día en inglés se dice cast. Ambas tienen el mismo significado que la latina gens, es decir, ascendencia, linaje, familia, estirpe. No solo se usa para las personas, sino también para los animales. Tenemos un dicho que reza. "De casta le viene al galgo el ser rabilargo".

Parece ser que el odio y el rencor que expresaban cuando mencionaban el referido vocablo, solamente era de boca para afuera, porque quedaba muy bien decirlo en las concitaciones a las que acudía mucha laya del pueblo.

Hoy, cuando están ejerciendo poder en ayuntamientos y comunidades autónomas, se han transformado en unos más de la ten odiada y menospreciada casta. Hasta Kichi, el alcalde de Cádiz que recibió y saludó al almirante Bolíba, en la recepción del buque-escuela Juan Sebastián El Cano, en camisa, se ha comprado un traje porque eso va más en consonancia con su papel de nuevo alcalde.

Parece ser que hay que imitar, en algo a la casta, cada vez se parecen más a ella en sus prácticas de nepotismo, corrupciones y forma de actuar.

Pero eso es lo de menos, lo importante es lo que están poniendo en práctica, y persiguen. Su intento, su propósito es ir contra el sistema de gobierno por el que nos regimos los españoles desde el año 1978. No lo niegan, lo publican y lo proclaman, su fin es acabar con las formas, normas y leyes por las que nos gobernamos tras llegar a un consenso de todos los partidos políticos de entonces.

Con todo eso quieren acabar estos descastados que ya forman casta, es más Ada ha declarado públicamente que está dispuesta a desobedecer las leyes injustas, y, a no dudar, tras ella irán todos los de su ralea.

¿Qué nos ofrecen a cambio? Solapadamente un régimen totalitario, un control de los medios de comunicación, una única verdad, pero ha de ser la suya, los ciudadanos no tenemos derecho a opinar.

Pero eso no es nada nuevo, ya George Orwell en su obra 1984 , nos advertía con espíritu profético de los nuevos totalitarismos. Resumimos muy brevemente la tesis de dicho libro:

En una supuesta sociedad policial, el estado ha conseguido el control total sobre el individuo.

No existe siquiera un resquicio para la intimidad personal: el sexo es un crimen, las emociones están prohibidas, la adoración al sistema es la condición para seguir vivo. La Policía del Pensamiento se encargará de torturar hasta la muerte a los conspiradores, aunque para ello sea necesario acusar a inocentes. Ya han comenzado.

El camino que no espera nos llevará a un final incierto, si los grandes partidos que pueden hacerlo no ponen coto a tantos desmanes, y con la Ley en la mano no frenan el Nuevo Orden que quieren instaurar.

*Doctor en Filosofía y Letras