pSOCIEDAD

nEl amor no tiene idioma, cultura ni color N

***Enrique Castro Santiago

***Córdoba

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El racismo es un hecho anómalo en la razón humana pero intrínseco en algunas, llamémoslas, personas. Para justificarlo y divulgarlo a lo largo de la historia ha habido sujetos, y sujetas, que han esgrimido todo tipo de elucubraciones, la más aberrante ha sido la de negar a otras personas su condición de humanas, también entre los numerosos achaques, el de la superioridad racial. Y otro, no menos absurdo e idiota, el que la mezcla de diferentes razas mejora a la "inferior". A saber a qué raza pertenece la persona que nace como fruto del mestizaje. Algo que no pueden negar los más energúmenos/as es que el fruto del mestizaje dar lugar a un ser de la misma especie. Pero no voy a detenerme a explicar el factor positivo de no practicar la endogamia, pues creo que es bastante más que sabido.

En lo que quiero centrar esta carta es en los racismos parciales o selectivos, por regla general obviados. Por poner un ejemplo, el dueño, o dueña, de una cafetería puede tener amigos y trabajadores que no pertenezcan a su misma raza, sin embargo eso no demuestra que no pueda sentir una gran e irracional aversión hacia personas de otras etnias, e inclusive, culturas (acordémonos de los que son exclusivamente antisemitas). En el racismo y la discriminación de hoy se dan más los casos encubiertos.

En cualquier caso, ya sea por la educación inculcada por una mala madre, por el mal entorno o por cualquier desventurada, o infructuosa, relación amorosa que hayan podido vivir esta clase de personas, yo les pediría que no abandonarán la razón y la vergüenza.

pPOLITICA

nLa refundacióndel PSOE N

***Angel Campos Martín-Mora

***Ciudad Real

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El PSOE está perdiendo su espacio político, al tiempo que el aparato de partido apuesta menos que nunca por la renovación tras los descalabros en el País Vasco y Galicia. Todo se debe a la acumulación de errores pasados, a la falta de discurso identitario y en buena medida a su estructura endogámica que lo aísla cada vez más, no solo de sus bases, sino de sus votantes tradicionales y del conjunto de la ciudadanía.

Como un boxeador noqueado, da palos de ciego, muy lejos de un ejercicio de autocrítica lúcida que al menos constituiría un primer síntoma de reconciliación con sus bases y con sus votantes más fieles. Es tal el fiasco que hasta el PP se siente alarmado ante el posible hundimiento del principal partido de la oposición.

Es claro que lo primero que debería hacer sería acometer una refundación mediante un congreso constituyente, tras el cual el renovado partido, antes de echar a andar, pida perdón con el corazón que le quede a todos los españoles por los errores cometidos y asuma de una vez por todas que fue ese partido de Zapatero y de Rubalcaba, con todos sus barones al frente, el que condujo a España a este abismo, negando la crisis, alentando el despilfarro y mimando a una banca tan insensata como torticera. Y hasta que no esto no ocurra, sus votantes no volverán.