La evidencia de la corrupción sistemática del régimen del PP es un suflé que crece día a día desmoralizando al país y maniatándole. Presidente Rajoy, su continuidad personal en la Moncloa nos hace perder el tiempo. El escarnio del escándalo diario ante la afloración de cosas pasadas y presentes impide que los ciudadanos puedan centrar su atención en resolver los otros problemas importantes de nuestro tiempo. Francia, por ejemplo, ensaya con imaginación una salida para su crisis. Le saldrá bien o mal, pero se mueve en busca de una posible solución de futuro. Usted, señor Rajoy, se ha convertido en un tapón inmovilizador de España porque encarna la degradación de la democracia.

Señor presidente, por mucho que lo disimulen sabemos lo que ha pasado. Por mucha colonia que le echen encima conocemos su olor. Se pueda demostrar jurídicamente o no, la sociedad de la información ya ha difundido las pruebas. La desconfianza es irreversible. Ante eso, preocúpese por su proyección en la Historia. Si no hace un gesto final dignificador su nombre pasará a los manuales como gran culpable de esta Etapa Negra y sus consecuencias.

Debería ser consciente de un factor agravante. Su continuidad personal en el poder impide que la podredumbre del PP pueda ser considerada una cosa del pasado. Porque para tapar ese pasado suceden nuevas cosas que también deberán juzgarse en el futuro, como lo referente al ministro de Justicia, lo del fiscal general, lo del responsable de Anticorrupción, o lo que les sucede a ciertos jueces, fiscales y policías.

Esa continuidad ensancha sin cesar el círculo de la contaminación. Los jóvenes vicesecretarios del PP, que por razones de ética o edad no tienen nada que ver con los delitos de la vieja financiación ilegal y los enriquecimientos en las comisiones del pasado, van enmierdándose. Es una espiral. Su tarea de disimular/tapar los hechos cometidosor la generación anterior les irá convirtiendo en cómplices. Eso les sumará a la lista de impresentables poco o nada disponibles para un futuro limpio.

Esta última circunstancia humana interna del PP es trascendente. Dada la actual mayoría parlamentaria y ante la evidente fragmentación poco sumable de la oposición, si se produce su deseable renuncia en principio deberá seguir gobernando el PP aunque con personas ajenas a las responsabilidades en la etapa de las corrupciones. Su demora para resolver los problemas complica mucho ese desenlace de normalidad.

Problemas sensibles

España está inmovilizada por su presencia, señor Rajoy. Eso es muy grave porque tenemos abiertos problemas tan sensibles como el de Cataluña, desde donde escribo estas líneas, y donde quienes carecen de preferencias separatistas tienen cada vez más difícil identificarse con la España que usted encarna.

* Periodista