Cuando era pequeño el comunismo me daba miedo porque la Unión Soviética me parecía algo así como una cárcel sin techo. Además, hacía poco se había muerto Franco y recuerdo cómo cuando en el Mundial 82 se alzó la bandera de Rusia en un partido en el Bernabéu, todo el mundo estaba cagao ; yo no relacionaba comunismo con los buenos. Luego escuché hablar de la Pasionaria, que como en el físico se parecía mucho a La Talegona --que cantaba Saetas en un balcón de enfrente de la iglesia del Rescatado en la Plaza del Alpargate, llamada popularmente de los 'pichas flojas'--, empecé a interesarme por los comunistas. Pero aquel dato fue demoledor: si la comunista se parecía a La Talegona , estos, como mínimo, tenían que ser seres humanos. Con el tiempo empecé a seguir a Santiago Carrillo en todas sus entrevistas televisivas y no dejaba de admirar muchos de sus planteamientos y, sobre todo, compartir su elocuencia que, paradójicamente, fue mucho más lúcida cuanto más envejecían sus neuronas (parece que se alimentaban del humo de sus cigarros). Cuando escuché a este hombre elogiar tantísimo a Suárez, que procedía directamente del Franquismo, me di cuenta que este hombre tenía que ser un fuera de serie pues a pesar de ser un líder izquierdoso vuelto del exilio seguía siendo capaz de valorar más a las personas que las ideas. Cierto es que existe un episodio oscuro en su vida pero no es menos cierto que fue en guerra que ya sabemos todos cuán mala es. Carrillo se ha ido y creo que con él se cierra la Transición, la época más bella y sincera de la política española.

* Abogado