Recuerdo las charlas junto al fuego, hablando de valores, de principios, de promesas, del honor, del deber y del derecho.

Hoy recuerdo aquel campamento en el que para reflexionar sobre la libertad, realizamos un juego de rol en el que simulamos que viajabais a otro país y que erais encarcelados de forma injusta.

Carlos, no sé si podrás leer estas líneas, pero por si acaso...

Según he leído, te has presentado de manera voluntaria para entrar en prisión, aceptando cumplir una pena desmesurada e ilógica porque es la justicia estipulada, tal y como en su día hicieron grandes hombres de la historia como Sócrates, Mandela o Jesucristo.

Las grandes personas tienen que afrontar grandes situaciones, así que, como siempre has hecho, aférrate a lo bueno, sé un ejemplo y llena de vida a aquellos que están cerca de ti, quizás estás allí porque son los que más te necesitan.

Ojalá esto te sirva para crecer... Ojalá rompas todos los moldes y estadísticas y hagas de esta experiencia una enseñanza de vida, porque mi corazón se parte cada vez que pienso en la posibilidad de que esto solo sirva para endurecer el tuyo, y alimentarlo con el odio del que vive una experiencia injusta, y que esto, a su vez, te lleve a abandonar tu destino, ser médico, una vida de servicio a la sociedad. Pues temo entonces que termines siendo un infeliz desdichado, que vive cada día en un mundo oscuro acompañado por los fantasmas de la culpa, el desengaño, la desmotivación y la apatía.

Pero no, tú no... Tú tienes corazón scout, tienes la capacidad de sonreír ante las dificultades, de realizar lo que parece imposible, de ser cada día mejor...

He rescatado algunas de las reflexiones que en su día hicisteis cuando todo era un juego; la libertad está en la mente; no se sí aguantaría; lo que más echaría de menos es no poder abrazar a mis padres y decirles cada día que los quiero.

Más... Ojalá hoy también fuera un juego que pudiera parar.

Laura Aguirre Povedano

Córdoba