Sin haberlo hecho a conciencia, la información sobre las transferencias de «la madre superiora», la catalana y nacionalista Marta Ferrusola, esposa del exhonorable president Pujol, nos han devuelto a ese mundo en el que nos educaron a todos los españoles donde un cardenal era una autoridad casi tan cerca de Dios como el Papa. Por eso si el cabildo anuncia la conferencia de tal eminencia --El significado de la catedral en la liturgia católica-- en ese templo sagrado para presentar el Foro Osio lo lógico y atractivo es acudir a ver cómo habla esa dignidad, sobre todo si lo hace en la Capilla de Villaviciosa. Entrar en la Mezquita a estas horas de la tarde en las que el monumento se olvida de los turistas es acceder a un privilegio propio de allegados a eclesiásticos de alta categoría en la Iglesia católica cuya vestimenta luce púrpura escarlata, como la del cardenal Robert Sarah, de la Guinea francesa, al que por su juventud en el rango llamaron el obispo bebé. Aunque la claridad que entra por la famosa segunda puerta de la Mezquita le quite recogimiento a este templo, que luce más en la semioscuridad, y que nos sitúa en los escenarios religiosos de aquellos cordobeses con orígenes tartessos y romanos, cuando Córdoba era la Colina de los Quemados --el actual Circuito Cruz Conde-- y los templos de debajo del Colegio de Abogados y de la calle Claudio Marcelo, el circo junto a Orive o el teatro del Museo Arqueológico. Con los romanos no hay discusión porque levantaron los santuarios de sus creencias por el centro, más allá del Guadalquivir. Ni con los visigodos, de aquel tiempo en que la religión cristiana pasó de perseguida a consentida y perseguidora, que prestigiosos profesores arqueólogos hablan de los restos de Cercadillas como de palacios episcopales y de la famosa basílica de San Vicente como de una especie de cementerio cristiano perteneciente a la curia cristiana. Es impresionante el artesonado, en esta tarde de patios, que empieza por el de los Naranjos, de este espacio de Villaviciosa, la primitiva capilla mayor de la Mezquita-Catedral, que continúa al fondo con una fila de columnas y arcos alineados como en dirección a la eternidad, donde la religión busca su sentido. Los asistentes a la conferencia se ponen en pie cuando llega su eminencia reverendísima, que tras su conferencia los bendice después de rezar un avemaría.

El cardenal Robert Sarah, de raza negra, ha venido a decir en su conferencia de presentación del Foro Osio lo que dicen quienes visten de púrpura escarlata y que no consideran herejía: que gracias a ellos se mantiene lo que antes fue Mezquita y que, por encima de todo, es una catedral, cuya autoridad es el obispo. Amén.