Anuncia el periódico la ruta literaria Córdoba a través de Cántico -organizada por la Biblioteca Pública Provincial-- para traer al presente a Ricardo Molina, Pablo García Baena y Juan Bernier. Y ves que es el tiempo propicio ahora que los patios acaban de enseñar el alma de la ciudad a quienes todavía mantienen la capacidad de observar la belleza y la diversidad de un mundo abierto. Precisamente cuando la actualidad nos devuelve otra vez la mirada hacia Cataluña donde han elegido a un presidente que se basta con lo suyo --su lengua, su territorio, sus paisanos—y al que le sobra todo lo español, desde mi cuñado y mi hermana que viven allí desde los sesenta, hasta, supongo, los patios y rincones de Córdoba, aunque pertenezcan al Patrimonio oficial de la Humanidad. Cataluña es cultura, belleza y trabajo. Y una región que nos marcó en pensamiento y fútbol. Por eso no nos podemos creer a este Quim Torra -que hasta piensa que los españoles no nos duchamos—y debemos seguir con la poesía de Cántico y con esas tardes de patios desde Santa Marina hasta la Judería y San Basilio, cuya belleza sostiene este mayo que si a Torra no le gusta no creemos que sirva para ejercer de político. Ahora estamos en la Posada del Potro, espacio universal que Torra considerará cateto, muy cerca de la calle Lineros, donde vivió Ricardo Molina, uno de los impulsores del Concurso Nacional de Arte Flamenco. Por aquí han pasado, camino de los patios, todos los turistas del mundo con mente abierta que buscan su esencia en la universalidad, no en la estrechez mental y peligrosa de Torra -que no ve más allá de la Gerona de Blanes, donde han trabajado paisanos míos--, al que, increíblemente, una parte de la izquierda catalana lo ha elevado. De la Posada del Potro de Cervantes nos vamos a la Casa Góngora --el poeta insignia del culteranismo-- de la calle Cabezas, pasaje donde algunos veranos venía Tony Blair invitado por Paco Peña, creador del Festival Internacional de la Guitarra. De allí nos vamos a la calle del Pañuelo, donde la seda de un comerciante del califato expuesta en su plaza convertía sus paredes en oro, y a uno de los muros del Patio de los Naranjos de la Mezquita, uno de los monumentos más universales, donde recordamos a Pablo García Baena, Premio Príncipe de Asturias, y al psiquiatra universal Carlos Castilla del Pino. La ruta acaba en la calleja de la Hoguera, donde está la Mezquita de los Andaluces y vivió el pintor Miguel del Moral, vinculado al grupo Cántico, una revista provinciana con tanta universalidad como los patios de Córdoba, que han enseñado el alma de la ciudad también a quienes piensan que la vida se acaba en el propio territorio donde nacieron. Como Quim Torra.