Si tuviéramos que escoger un título para resumir los mensajes que el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, ha transmitido a los laicos/seglares cristianos, quizás el más apropiado sería el de «canción al laicado», porque configuran, sin duda, una hermosa sinfonía para la sociedad de nuestro tiempo. En su carta pastoral al inicio del curso 2017-2018, el prelado se detiene particularmente en los «desafíos de la hora presente», desarrollando el papel, la misión, las tareas y quehaceres de los cristianos laicos, «como el fermento en la masa, como el alma en el cuerpo». A modo de síntesis, escogeríamos estas frases por la fuerza que tienen su enunciado y aplicación. «Primero, el cristiano laico/seglar es un miembro de pleno derecho del pueblo de Dios, en el que ha ingresado por el bautismo y ha confirmado su fe en el sacramento de la confirmación. El laico se define por lo que es: miembro vivo de este pueblo de Dios, llamado a la santidad, siguiendo la vocación a la que Dios le llama y participando de lleno en la misión evangelizadora de la Iglesia, según su propio estado de vida. Segundo, el mundo es el caldo de cultivo del verdadero seglar cristiano, como el claustro es el ambiente natural de la vida monástica. Todos nos necesitamos mutuamente. En esta hora, todos percibimos la urgente necesidad de auténticos fieles laicos, que siembren en el mundo la vida nueva del evangelio. Tercero, los campos específicos de los fieles laicos, que van tejiendo la historia de la humanidad, se centran en el ámbito de la familia, en el mundo del trabajo, en la cultura, en la presencia en la vida pública y en el cuidado de la casa común o verdadera ecología. Cuarto, en su quehacer, esos dos polos, el de la configuración con Cristo, por una parte, y la inserción en el mundo, por otra, deben darse simultáneamente. La conversión de los fieles laicos debe tener presente constantemente estos dos polos. Y su lanzamiento misionero debe apuntar continuamente a estos dos frentes: el corazón de Cristo y el corazón del mundo. Quinto, ante las persecuciones, no tener miedo. Considero que este es uno de los retos más importantes a los que se enfrentan nuestros cristianos, al que nos enfrentamos todos en este momento histórico. Nuestro encuentro diocesano de laicos quiere ayudarnos a tomar conciencia de que la evangelización a la que somos enviados cuenta con muchas dificultades, pero es mucho mayor la fuerza del evangelio, capaz de transformar el mundo como lo ha hecho a lo largo de tantos siglos». Estos son los principales mensajes, en síntesis, que el obispo de la diócesis dirige a los cristianos laicos en su carta pastoral. Trata después otros muchos temas, relacionados con la familia, con la educación, con los jóvenes, con la cultura, con las vocaciones. Todo un programa, de cara al curso pastoral que acaba de iniciarse. Finaliza su carta con una mirada entrañable a María y a las dos coronaciones pontificias que tendrán lugar en El Carpio y en Rute. Las palabras de Demetrio Fernández evocan aquellas otras de Etty Hyllesum: «Dentro de mí hay un manantial muy profundo. Y en ese manantial está Dios».

* Sacerdote y periodista