La enfermedad más temida, el cáncer, siempre importante pero que en los casos graves da un vuelco de sufrimiento a la vida de los enfermos y sus familias, no debería añadir al dolor del paciente el hundimiento económico y el riesgo de exclusión social. Pero así ocurre, como señala el informe Impacto económico del cáncer en las familias de España, difundido por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) ante la conmemoración, el próximo domingo, del día mundial. De los datos se infiere que más de la mitad de los hogares a los que llega esta enfermedad pasan dificultades económicas. En Córdoba, de los 3.856 casos detectados el año pasado, el 52% corresponde a los hogares con menos recursos. Esto supone dificultades o incluso imposibilidad de pagar los medicamentos y otros gastos como la adecuación de comidas, las pelucas, el material protésico o el acompañamiento del enfermo en el hospital. Y, si se trata de trabajadores autónomos, la prestación es tan exigua que muchos siguen trabajando pese a estar enfermos. La AECC atendió en España a 13.000 personas, pero esta labor encomiable es a todas luces insuficiente. La ministra de Sanidad dijo ayer que recogía «el guante» de esta denuncia. Debe ser así, porque la relación causa-efecto entre la enfermedad y la exclusión no debe tolerarse en una sociedad avanzada.