Ciudades como Madrid o Córdoba han planteado la necesidad de llevar a cabo una revisión de los nombres de su callejero y de los vestigios franquistas. En España las políticas de memoria han encontrado dificultades para su aplicación por la falta de decisión política y también por la escasa valoración social de la historia, porque más allá de lo interpretable, en ciertos casos resulta inadmisible que las autoridades públicas no intervengan de oficio. De uno de esos casos se ocupaba este diario hace poco en la información remitida por su corresponsal en Cabra, cuando hacía referencia al colegio público Angel Cruz Rueda, así llamado desde que en octubre de 1969 el ministro franquista José Solís hizo una visita a su pueblo para participar en varias inauguraciones, entre ellas el colegio citado (unos días después salía del gobierno donde desempeñaba el cargo de ministro secretario general del Movimiento). Cruz Rueda llegó a Cabra en 1926 para tomar posesión de la Cátedra de Psicología, Lógica, Etica y Rudimentos de Derecho del Instituto. Durante sus años de estancia en la localidad destaca el hecho de que en 1929 obtuviera el Premio nacional de Literatura por su obra Las gestas heroicas contadas a los niños . Se trasladó a Madrid en 1942, donde será conocido sobre todo por sus estudios sobre el escritor Azorín, quien lo definió como "el perfecto biógrafo".

Pero en su relación con Cabra lo más importante será el protagonismo que adquirió a partir de 1936. Desde julio de ese año, el pueblo quedó bajo autoridad militar hasta que el 5 de septiembre se formó una Gestora a cuyo frente figuraría él como alcalde. Cruz Rueda no era un desconocido en la política egabrense, ya que había sido concejal durante la dictadura de Primo de Rivera, y también presidió la Asociación Católica de Padres de Familia. Desempeñó el cargo de alcalde hasta el 23 de agosto de 1940. Su ideología quedó puesta de manifiesto en un conjunto de artículos que publicaría en El Popular y que luego serían reunidos en un libro, editado en Granada en 1937, con el título de Por España. Crónicas patrióticas (la dedicatoria es al general Queipo de Llano). Allí, justifica la necesidad de la guerra y califica el levantamiento militar como "un ineludible deber" del ejército; defiende la necesidad de la construcción de un nuevo Estado, y deja clara su referencia: "aspiramos a sanearnos como Portugal, Italia y Alemania", y critica las elecciones de febrero de 1936, que dieron el triunfo al Frente Popular, de ahí que elogie el hecho de que la Falange egabrense quemase una urna en el aniversario de las mismas, porque "las elecciones representaban la farsa más ingeniosa de la picaresca española".

Junto a ese papel relevante en la política local, es necesario resaltar otro de ámbito provincial. En plena guerra civil, en la zona controlada por los militares sublevados, se pusieron en marcha las comisiones de depuración, que afectaron a todos los ámbitos de la Administración, pero en especial al de la enseñanza. Entre ellas había una dedicada en exclusiva al magisterio, cuya presidencia ostentó Cruz Rueda entre 1937 y 1939, y por tanto estuvo al frente de las decisiones acerca de la depuración de todo el magisterio cordobés. Manuel Morente, en su libro sobre la depuración en la enseñanza pública cordobesa, ha analizado 892 expedientes de depuraciones de maestros en Córdoba, de los cuales 814 estaban en activo, y la mayor parte (72%) corresponde a la etapa de la presidencia de Cruz Rueda.

Supongamos que su obra tiene méritos literarios, pero los valores que defendió durante la guerra y su papel al frente de la depuración de los enseñantes cordobeses son razones más que suficientes para que el Gobierno andaluz tome la decisión de cambiar el nombre de ese colegio público.

* Historiador