En mayo, y al final de abril, la felicidad está en la calle en forma de cruz, romería, patio y feria, asignaturas de una forma de vida que busca su explicación en la dicha y en la luz, lejano ya el letargo invernal. En estos tiempos de primavera creciente las tardes de Córdoba que van de las ocho a las nueve y media suponen el paraíso, en soledad o en compañía, por la contemplación y el disfrute de la belleza que la ciudad ofrece sin coste alguno. Observar, meditar, reflexionar y estallar de vivencias urbanas en esas tardes que son como la antesala del cielo suponen para quienes andan libres de trabajo con horario el reencuentro diario con la felicidad soñada. Casi seguro que Córdoba es una ciudad que tiene la costumbre de explicarse en mayo, cuando el sol acaricia pero no quema, los días se alargan para que en ellos encontremos lo que buscamos y el cielo va construyendo relieves de luces y sombras con encanto enmarcable. La explicación empieza con las cruces, cuando desde el Pozanco hasta la plaza de Matías Prats del Zoco la ciudad se exhibe con una barra y la belleza de la cruz y de las flores como argumento para que sus vecinos desaten su creatividad artística con el baile. Luego están los patios, la exhibición de la belleza casera que conserva la esencia de lo natural y cuya íntima globalidad ha sido declarada patrimonio de la humanidad. Los patios, más que las cruces, suponen una especie de ejercicio vecinal gps con el que se consigue determinar la posición de la belleza y atravesar calles que el invierno o la laxitud nos alejan. Así, caminando por la ciudad, podremos ver el Palacio de Viana, escenario de la película Pasodoble del pasado jueves en La 2, cuyos patios gozan de la distinción de los elegidos; San Basilio, el alma popular de la fiesta; San Lorenzo, donde las flores son como jaculatorias y letanías floridas; la Mezquita, con patios de trascendencia histórica y milagro de convivencia; la calle Frailes, el aroma del Carnaval y toda la ciudad, que convierte estos espacios en un trozo de cielo particular. Las romerías, como la de Villaralto este domingo Primero de Mayo, son otra manera de tomar y vivir la calle.