El busto del compositor Ramón Medina, que se colocó sobre un armario de contadores eléctricos en una esquina tras la remodelación de la plaza de San Agustín, luce ya en su antiguo pedestal y con mejor ubicación. El traslado se produce tras la fuerte protesta que provocó el emplazamiento de la escultura en un lugar que, en opinión de los vecinos y de varios colectivos -como la Coral Ramón Medina- menospreciaba al que fuera insigne hijo adoptivo de la ciudad, que ocupaba el centro de la plaza desde 1966. La efigie, obra de Amadeo Ruiz Olmos, había sido adquirida por cuestación popular, y ello, junto con la tradición de medio siglo, despertó un descontento que encerraba verdadero disgusto y una reacción emocional de los vecinos del barrio. Pues bien, al final, y en un plazo bastante corto, el Ayuntamiento ha escuchado a los ciudadanos y ha quedado resuelto el problema. Desde el respeto y desde el diálogo. Ojalan todos los asuntos de la ciudad pudieran abordarse y resolverse desde esa perspectiva. H