Puestos a elegir, parte del personal sigue prefiriendo lo clásico, lo de toda la vida, para lanzar mensajes al resto del personal. Va a resultar que el medio no era el mensaje, o sí, según se mire, si lo que miramos es que el mensaje se pasee en los medios de toda la vida. Los de Hazte Oír seguramente utilizan también las redes sociales, internet, los blogs, las páginas virtuales donde el mensaje es un acto onanista sin pareja recíproca cierta, una botella al mar, una apuesta, una oración desesperada a la divinidad dudosa de los visitantes, de los espectadores posibles, probables y virtuales en el sentido de los espejos (a veces curvos, como la máscara de los héroes camino del esperpento). Los de Hazte Oír, pero no solo ellos, no solamente utilizan las redes modernas de la información y la comunicación, ya que, puestos a dar la batalla, embarcan sus frases en las paredes de un autobús, y --según leo hoy- van a recordarnos a todos mediante aviones con pancarta flotante aquello de que los niños y las niñas poseen evidentes diferencias. Ya digo, no solo los de Hazte Oír, hasta no hace tanto los de Podemos, tan adictos ellos a las teles reales e internáuticas, a las redes y a los globos sonda, también pasearon su Tramabús por este mundo pecador. Igual que otros llaman al pecado, precisamente, sobre los cielos de la Costa del Sol y otras costas, con aviones pancarteros como los del S’Cándalo, porque tú te lo mereces, o algo así. No, y sí, los medios son y no son el mensaje, y donde esté el medio terrestre o aéreo de toda la vida, tanto para anunciar el café Catunambú, el último crecepelo, o el parque temático/tremático, que se quiten las pantallas de mirones probables o supuestos. Seguimos creyendo que la tierra nos atrae, el asfalto pega nuestras suelas y el caucho de los neumáticos a la realidad más que cualquier mensaje en código HTML o Java, que ya no es una isla paradisíaca, sino otro requisito virtual. Ahora dicen que baja la lectura en los libros digitales y sube la de papel, y el mensaje esloganero prefiere el bus y el aeroplano. Estamos a punto de entrar en el bucle definitivo. El que nos lleva a nuestros bisabuelos.

* Profesor

@AdiazVillasenor