Quién no recuerda, hace ya muchos años, las preocupaciones de las madres por la manifestación del sarampión en la piel de los niños, con sus características pintitas rojizas y picos de fiebre, que coincidiendo con la primavera podía arruinar, por ejemplo, el día de la primera comunión si el virus era, además de enemigo de nuestra salud, inoportuno en su aparición. Pues ahora resulta que un brote de sarampión recorre Europa como consecuencia, entre otros comportamientos, del auge de los movimientos antivacunas que dejan a los pequeños indefensos ante enfermedades contagiosas graves. Parecía que la inmunización estaba casi lograda, pero se ha dado un paso atrás y la situación vuelve a ser endémica cuando parecía casi erradicada.