Algo tan sencillo como una conexión a internet solo lo tienen el 70,2% de las empresas españolas de menos de 10 empleados, frente al 98,7% del resto, y ello pese a que hay consenso sobre la oportunidad que ofrece la transformación digital. Esta menor conexión presenta fuertes disparidades regionales; algo menos de dos tercios de las de Galicia, Asturias, Extremadura, Ceuta y Melilla están conectadas, frente al 76,6% en Canarias o Madrid.

Pero tener una conexión no implica que estén utilizando las oportunidades de las tecnologías digitales y, menos aún, que esos usos sean avanzados. Existe, pues, una brecha digital empresarial.

De las microempresas conectadas, solo el 71,8% se relaciona telemáticamente con las administraciones y el 60,2% usa facturas electrónicas; y solo un 29,8% tiene página web, las páginas amarillas de hoy. Si ya escasea el uso digital avanzado, en las de menor dimensión es marginal. Y esto es preocupante, ya que representan (incluidos los autónomos) el 93,8% del número total de empresas y responden de un tercio de empleo; cifras que ascienden al 99,8% y a los dos tercios si se incluyen las pequeñas y medianas.

El reto digital afecta a todo el tejido productivo. Pero los factores que limitan este proceso en España se magnifican en las microempresas por el coste de acceso, la desconfianza, la escasa cualificación de los trabajadores, las barreras comerciales o la dificultad de acceso a la financiación. Además, se percibe un desconocimiento de su alcance y una resistencia al cambio.

Esas mayores limitaciones hacen que sean muy selectivas en la inversión, sobre todo cuando sus retornos son de medio/largo plazo. Además, frente a las compañías de mayor tamaño, no pueden beneficiarse de las economías de escala. La especialización y el grado de competencia condicionan la propensión a digitalizarse, siendo superior en los sectores con mayor presión competitiva.

No obstante, cabe recordar que dentro de las microempresas están muchas start-ups españolas, que llevan lo digital en su ADN.

Sería, por tanto, deseable propiciar una adecuada transformación digital empresarial. El CES propone, en su Informe 3/2017 sobre la digitalización de la economía, las siguientes medidas: 1) Impulsar una oferta española de habilitadores digitales; 2) Propiciar ecosistemas innovadores creando entornos colaborativos, plataformas y centros de excelencia con proyectos público-privados; 3) Prestar especial atención a la digitalización en los territorios con menor desarrollo 4) Equilibrar esta necesidad con la protección de los usuarios, con normas adecuadas de ciberseguridad; 5) Fomentar la financiación de I+D+i sobre transición digital, productos innovadores e internacionalización; 6) Promover la estandarización internacional para evitar que sea una barrera para la competencia; 7) Capacitar a los trabajadores y equipos gerenciales; 8) Hacer coherentes estas acciones con iniciativas de economía circular y bioeconomía.

Pero, además, el CES subraya la necesidad de acompañar y ayudar a las pymes con un esfuerzo específico de sensibilización y promoción que incluya el desarrollo de herramientas de digitalización masiva, ayudas e incentivos a la renovación o la aplicación del big data; sin olvidar su acceso a financiación.

* Economista en el Área de Estudios y Análisis del Consejo Económico y Social de España y analista de Agenda Pública