Democracia parlamentaria. Esas organizaciones que pugnan por ser nuestras intermediarias llamadas partidos tienen su maquinaria siempre a punto para tratar de que les demos el voto. Lo de solucionar nuestros problemas es secundario. Ya hace años que los expertos alertaron de la insostenibilidad del sistema de pensiones. Y ahora la cosa ya no da más de sí. Nos quedan recursos para la paga doble de Navidad y estirar los restos unos meses más.

Tal vez para algunos hacer política consista en dejar que los problemas importantes crezcan hasta que la alarma general lleve a tomar medidas, pero eso, aparte de poco operativo y bastante inmoral, nos ha llevado a un callejón sin salida donde la injusticia va a volver a ser norma.

¿Se acuerdan de cuando Zapatero lo intentó y los sindicatos y demás actores políticos se le echaron encima argumentando que era una falacia eso de que la bolsa de las pensiones estaba en crisis? Pues de aquellos ríos, estos lodos. ¿Qué harán ahora? En el norte de Europa el ciudadano tributa durante su vida laboral para su propia pensión, un mecanismo más justo, ya que al final todo el mundo resulta dueño de sus actos, sin dejar de lado a los más desfavorecidos.

El problema es que, de hacerlo ahora, ¿qué pasa con todos los que han pagado hasta hoy grandes cantidades de su sueldo al sistema actual? ¿Se lo van a contabilizar para que el traslado al nuevo sistema sea justo? Y otra consideración no menos importante: ¿sería sostenible y justo para los que trabajaron toda su vida y ya no cotizan? ¿Cómo se seguirían pagando sus pensiones a partir de ahora? ¿Habría dinero? ¿Más impuestos, para que recaigan sobre los de siempre? Si en vez de cambiar el sistema, se remienda, seguro que también subirán y es más que posible que los que están trabajando paguen entonces el doble.

Estamos ante otra gran chapuza de nuestros representantes, de la que se intentará hacer bandera en las próximas semanas. Para defender la reforma o para criticarla, cuando todos estaban en el ajo. Van tarde y mal. Por WhatsApp circula un fragmento de una tertulia antigua del programa del franciscano Carlos Fuentes en la que un médico, con rabia contenida, muestra su incomprensión ante el hecho de que a los políticos no se les exige formación para abordar problemas complejos, a diferencia de otras profesiones como la suya. Habrá gente que crea que no le falta razón al doctor, que argumenta que gracias a los errores de los políticos vamos recortando servicios básicos al no haber sabido, ellos, hacerlos sostenibles.

Nuestras señorías, todas, sabían desde hace tiempo que nuestro sistema de pensiones era una bomba, y para no resultar impopulares entonces esperaron hasta que estallara. Todo muy responsable. Y ahora, unos a hacer lo mínimo y los otros a rasgarse las vestiduras.

* Periodista