Celebrando la festividad de la Hispanidad, día, también, de la benemérita Guardia Civil Española, símbolos, ambos, de la unión de España y los españoles, este año, en la iglesia parroquial de San Bartolomé, en Espejo, estaba presente el paso procesional que, con motivo del 50 aniversario de la fundación de la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora de la Amargura, fue sacado en procesión por las calles de Espejo, el pasado sábado 11 de octubre.

La Cruz del Santísimo Cristo del Amor, en su tradicional paso, estaba enriquecida por la imagen solemne de la Santísima Virgen de la Amargura. Dos advocaciones que se engalanan la una con la otra, porque donde hay amor, hay amargura, esos dos determinantes del factor humano cuya condición provoca, desde que el ser humano adquirió la capacidad de razonar, la típica dicotomía entre la felicidad y el llanto, esa felicidad por la unión de los pueblos y sus gentes, y ese sufrimiento que ocasiona el separatismo provocador fruto de muchos intereses creados.

En estos momentos difíciles, la Cruz nos ha de mantener vivos, y con esa vivencia hay que demostrar generosidad, compromiso, misericordia, responsabilidad y gratitud. Esa es la autentica devoción a la advocación del Cristo del Amor. Amaos los unos a los otros como yo os he amado, nos dijo. Ese es el autentico camino para que no exista la amargura, ese dolor, pena y sufrimiento, que separa a hermanos, familias, comunidades, pueblos y naciones. La advocación a la Virgen de la Amargura en Espejo ha de servir para confiar en aquel que luchó por los demás, encontrando, con su benevolencia, esa capacidad para compartir y ayudar, evitando, de esa forma, el desaliento, la ruindad, la desafección, la desconfianza, la decepción, el llanto y la desilusión. Adjetivaciones, todas, que deshonran al ser humano.

Manuel León Vega

Espejo (Córdoba)