Vivimos, en el marco cuaresmal, este tiempo de cultos en los templos: quinarios, besapiés de las imágenes, pregones cofrades. Ayer, en san Lorenzo, la impresionante imagen del Remedio de Ánimas protagonizó de nuevo su solemne besapiés, digámoslo así, por la hondura teológica con que la Hermandad expone a su Cristo, entre silencios tan densos como reflexivos, y a la par, en medio de esa nube de misterio celeste que envuelve siempre los actos de Ánimas, enlazando este mundo con el más allá y contemplando las ánimas en torno a su Dios crucificado. Antonio Gala, en su soneto, supo leer los mensajes que irradia esta imagen: «En tu cuerpo desnudo, amor del viento,/ beben su palidez las alboradas/ y en tus manos divinas enclavadas/ la luna siega en flor el sentimiento». Pese a superficialidad que invade a la civilización contemporánea, en este tiempo de cultos en nuestras iglesias, el alma guarda los escalofríos de algunas preguntas fundamentales: «¿Qué sentido tiene la vida? ¿Por qué el dolor y el mal? ¿Qué meta tiene nuestra historia y este mundo?». Son interrogantes que se amontonan en la mente y que quizá estallan dramáticamente en los momentos más difíciles de la vida. Tambien para la cultura, la ciencia y la sociedad, la clave está en la pregunta; los descubrimientos tienen en su raíz el «¿cómo?» o el «¿por qué?». Al contemplar ayer al Cristo del Remedio de Ánimas, en su besapiés solemne, sentimos en lo más profundo del alma, no solo las interrogantes, sino la necesidad de unas respuestas. Tenía razón el escritor inglés Clive S. Lewis cuando afirmaba que ya, durante nuestra vida, «con frecuencia decimos que Dios no responde a nuestras preguntas; en realidad, somos nosotros los que no escuchamos sus respuestas». Rilke nos invitaba a pensar en «el más allá», donde está la otra cara de la vida respecto a la de ahora. Allí, podremos tener las palabras definitivas de Dios directamente, porque lo veremos cara a cara, hablaremos con él y él con nosotros, y nos dirá: «Pregúntame y yo responderé. O bien hablaré yo y tú me responderás», como proclama el libro de Job.

*Sacerdote y periodista