Las viejas hermandades y cofradías de Semana Santa han tenido una capacidad de reinventarse con el fortalecimiento de la democracia, amparadas en la tradición, manifestación popular, acontecimiento cultural protegido por las instituciones, como el Patronato de Turismo de la Diputación y las concejalías del ramo de los ayuntamientos, junto a una implicación social que ya la quisieran partidos y sindicatos. Las hermandades son mucho más que una procesión callejera o una estación de penitencia católica. Se han convertido en un tejido asociativo que más allá de mantener el legado cofrade con sus capillas, titulares, enseres, actos religiosos y culturales, y el gran momento de la solemne procesión, se prolongan todo el año como una potente máquina de mover la solidaridad, la acción cultural o el obligado proselitismo católico.

Casi nadie se sustrae a esta realidad, integrada con gran fuerza en la industria turística: viajes y reservas en ciudades cofrades, hostelería en general y muchos sectores que se benefician de este colosal espectáculo de la Pasión según el pueblo andaluz. La Iglesia siempre miró de reojo las cofradías. No les descubro las pocas simpatías que despertaban en los ilustrados del siglo XVIII y en los jóvenes sacerdotes ordenados tras el Concilio Vaticano II. Podemos reconocer una etapa de difícil convivencia entre el clero y las cofradías. Era evidente, que muchas de aquellas hermandades estaban instrumentalizadas por prohombres del régimen tan dados a legionarios, capitanes generales, bandas e insignias y otras parafernalias.

Pero, como todo en la vida, nosotros hemos cambiado y hay tradiciones que nos superan en el espacio y en el tiempo. Muchos jóvenes se sienten atraidos por ser músicos de la banda, costaleros y costaleras, miembros de un colectivo que comparten inquietudes y valores, o sencillamente salir acompañando a sus amado Cristo y su más querida madre dolorosa con la advocación que le llena y le hace sentir los colores y la medalla. Y otros se van a la playa. Ya no hay luto oficial, hay libertad religiosa. Bendita democracia.

* Historiador y periodista