La Kirchner envió una gran tormenta sobre Buenos Aires justo cuando hablaba Gasol, que fue el que desplegó más salero y convicción en la aciaga tarde preolímpica. Pero nosotros enviamos a la Comisión Invencible a luchar contra las huestes del Sol Naciente, no contra los elementos, y aquella tormenta fue casi propia del Cabo de las Idem. Que un catalán tenga salero ya es mérito, pero que Messi al final apoyara la sede madrileña, a la fuerza, es mala uva, y así nos ha ido. Seguro que Montoro le apretó las clavijas ahora que tiene la paralela de la Agencia Tributaria encima de la mesa, pero el gafe llevaba los dedos cruzados detrás de la espalda cuando dijo hágase tu voluntad, Montoro, y no la mía. Como decía José María García hablando de otros, y de estos, el COI ha demostrado ser un club de maestros en el comer y catedráticos en el beber que han preferido hartarse de esa asquerosidad llena de anisakis que es el sushi, ahora además radiactivo, que del castizo bocata de calamares en los soportales de la Plaza Mayor. El diario argentino Página/12 alude a que los COI se sintieron puestos en evidencia ante el reportaje de El Mundo que los había entrevistado y decía cuántos y quiénes nos iban a votar; ya se sabe que a los políticos no les gusta ver por escrito lo que han dicho y les encanta echar la culpa al mensajero. El caso es que los que nos iban a votar, al final nos botaron. Un consejo, la próxima vez, si la hay, engorden más el sobre-cogido destinado al COI y metan dentro juerga, paella y sangría, no lleven más a cantantes de ópera ni a deportistas a defendernos. La cultura y el deporte les da igual.

* Profesor