Madre de Dios, centinela de Santa María la Mayor, se alza en Baena y anuncia su espectral derrumbe. Desparecerá su techumbre, las pinturas de los cobres de su ábside, las columnas rojas de mármol de su altar mayor y su almohadillada portada.

Estas líneas son gritos de desesperación ante el decadente convento, sin fuerzas para enfrentarse a las agrestes cimas de Baena, camino de la Subética. Si se derrumba ya no podrá contemplar su espadaña las hileras de olivo ni los majuelos de las sierras. No puede ser Madre de Dios la ruina de mi niñez en Baena. Si no acudimos a tiempo, Madre de Dios no tendrá ruiseñor que le cante mudo y polvo en que se ahogue. Mi madre se movía entre las monjas de San Francisco y las de Madre de Dios y de su mano yo he entrado varias veces en esos conventos ¿Cuántos olivos he visto desde la puerta de ese cimero convento? En él están mis raíces sin fondo como lo están en San Francisco en el arroyo hondo. Cansado de subir cuestas escondía mis mojos para no mirar a la Santa María, ennegrecida y derruida por la guerra y me dirigía alegre hacia la blancura del convento que me parecía pura y primera en contraste con el ocre de la puerta de su templo. Recuerdo la ausencia de voces y el intimismo de su centro.

¿Vamos a dejar que desaparezcan sueños de nuestra historia de Baena?

¡No podemos permitir que magias infernales ni conjuros de tormentas entren en tromba por la puerta de su iglesia! Allí se arrodilló durante siglos el manto del Señor de Baena y los rasgos virginales de las monjas y las carnes desnudas de quienes después de la fratricida guerra acudían en busca de amor y paz al convento.

Madre de Dios exhibe una mágica unidad en la cima de Baena con Santa María y sus feudos. Permite plurales vistas infinitas hacia el cielo y un paraíso del arte hace de su interior un edén pictórico tras su reja. Innumerables veces en mi adolescencia me ha convocado aquella inaccesible cima, que ahora será sepultura del convento si la madre de Dios no lo remedia.

José Javier Rodríguez Alcaidecatedrático emérito UCO

Córdoba